Mirar sin ver  | 

Infierno de cobardes

La mentira compulsiva, también conocida como mitomanía, es una grave enfermedad

Aunque el título parece el nombre de un western de los de Clint, es porque lo es, aunque sea por una absurda tradición, por esa manía que aún persiste a coletazos en este país de traducir los nombres originales de las cintas. Nos sirve para describir el lugar donde se refugia la falta de rigor y veracidad, mentira para ser claro, que se ha instalado en esta sociedad y lo peor es que estamos casi acostumbrados a convivir con ella, como un vecino más. La mentira compulsiva, también conocida como mitomanía, es una grave enfermedad (¿pandemia?) incurable, a la que tan solo se la puede combatir con luz y taquígrafos. La primera fase surge cuando se miente por pura cobardía, para evitar un castigo, la decepción del que ha confiado y sus consecuencias negativas. Y la segunda y letal fase, llega cuando se falta a la realidad para obtener admiración, o algo tan vil como el poder y su consiguiente resultado material. El mitómano acaba creyendo sus propias mentiras, cuando en realidad lo que esconde esta lacra de la historia de nuestra civilización es la falta de confianza en uno mismo, de autoestima, inseguridad, miedo a la verdad e incluso personalidad histriónica (THP).

Debe ser por todo esto, por lo que después de 50 años, sigo siendo feliz en mi profesión de actor de la cadena integral de suministro, con la única opción de la verdad y la honestidad. Lo que vendemos es tan intangible como tangible, es la reacción de proveedores, clientes, equipo, administración y el resto de actores. Puedes vender humo, siendo un “chanta”, como los llaman allá por el hemisferio sur, y que te lo compren, incluso te lo paguen. La satisfacción nace de restar la expectativa sobre el servicio realmente recibido. Ahora bien, será la primera y última vez que lo hagas, habida cuenta que el afectado no solo te borrará de su lista, sino que se encargará de dar buena cuenta de tus actos. Me siento orgulloso de ver como las personas honestas, con ética y principios campan a sus anchas por el universo de la logística. “En una época de engaño instaurado, decir la verdad es un acto revolucionario” (George Orwell).

Miguel Rocher

mrocher@operinter.com