Opinión  | 

A propósito del Puerto de Pasaia

Alberto Camarero Orive. Profesor de la Universidad Politécnica de Madrid

Estamos ante el primer curso político con un nuevo Marco Estratégico del sistema portuario que define perfectamente cómo queremos que sean nuestros puertos.

Este verano ha sido un poco anómalo para todos; mucho calor, lluvias torrenciales, elecciones en pleno mes de julio, noticias de todo índole y color y, últimamente, las negociaciones políticas que nos han aburrido hasta la saciedad, sin que ello quiera obviar la importancia de muchas de ellas.

Entre tanto titular, muchas veces se nos pasan elementos clave que se cuelan en las negociaciones y que son fundamentales para el devenir de los próximos años. En este caso, me refiero a la petición del PNV de que le sea transferido el Puerto de Pasaia, junto con otras peticiones que no vienen al caso, ya que según el lehendakari Urkullu, para completar el Estatuto de Gernika deben completarse las transferencias, y entre ellas, la de los puertos de interés general en el territorio vasco, los puertos de Pasaia y Bilbao. Está claro que se empieza por uno y se acabará por la totalidad.

No debemos olvidar que los puertos de interés general son competencia del Estado de acuerdo con la Constitución, que no hay referencia a ellos en los estatutos de autonomía, y que parte de su definición como de interés general radica en que su zona de influencia, su transpaís, supera a la comunidad autónoma en la que está adscrito.

Independientemente de que se vea la oportunidad o no de abrir el melón de la gobernanza portuaria, si al final se decide abrir, debe hacerse para todos los puertos de interés general y no sólo a una mínima parte de ellos, analizando lo que el Estado pide a sus puertos y definiendo unos nuevos roles a los puertos que serían considerados de interés general, su agrupación y gestión.

Nuestro sistema de puertos de interés general es algo de todos los españoles y debe ser decidido por todos, por el Estado central y por todas las Comunidades Autónomas que tienen intereses directos, sean costeras o no, y no sobre la bases de negociaciones políticas donde claramente no está el interés general, sino local o partidista. En el caso del puerto de Pasaia se ha pasado en los últimos quince años de querer realizar una ampliación, o mejor dicho, la construcción de un nuevo puerto exterior, a realizar una gran labor profesional de adaptación y mejora de su explotación y gestión portuaria. La competitividad del puerto y de las empresas de la comunidad portuaria ha quedado de manifiesto, demostrando su resiliencia antes las adversidades en estos tiempos nada fáciles. Enhorabuena a todos los trabajadores y personal del puerto y de su comunidad portuaria.

En este momento, estamos ante el primer curso político con un nuevo Marco Estratégico del sistema portuario que define perfectamente cómo queremos que sean nuestros puertos en un futuro cada vez más próximo. Este Marco Estratégico es necesario desarrollarlo entre todos y en toda su amplitud, en un contexto de incertidumbre política, crisis económica, aunque no se quiera reconocer, y crisis geopolítica, en definitiva, no nos encontramos ante la mejor de la situaciones para realizar cambios que requieren un consenso político y social, casi imposible en estos momentos. Justo lo contrario, a lo que el buen entendimiento nos tendría que llevar, es a que la unión hace la fuerza y que juntos podremos afrontar mucho mejor los enormes problemas a los que nos tenemos que enfrentar en un contexto portuario internacional cada vez más competitivo; pero esta es otra discusión que se sale del objetivo de esta Tribuna.

Por supuesto, considero que la gobernanza portuaria debe evolucionar, ya que no se pueden mantener estructuras de hace más de treinta años con los grandes cambios que se han producido en todos los sectores; el mundo ha cambiado y los puertos deben cambiar, y en la mayor parte de los casos, ya están cambiando.

Hay que buscar un modelo que mejore la competitividad portuaria y económica en un mercado cada vez más globalizado, aportando valor a nuestra economía, facilitando los objetivos geoestratégicos nacionales y liderando la cadena de valor global. Si queremos hacer cambios, que muchos son necesarios, hagámoslos, pero de forma coordinada, no unilateral, y donde prevalezca el bien común del sistema portuario de titularidad estatal que, no nos olvidemos, es de todos y para todos.