Suman unas ventas superiores a los 3.300 millones anuales. En 2012, invirtieron en los puertos 700 millones y las previsiones de cara a 2013, pese a la difícil coyuntura actual, auguran un desembolso superior a los 1.000 millones. Esta es la carta de presentación de los principales grupos marítimos y portuarios con presencia en los muelles españoles. Sin embargo, siempre habían permanecido en segundo plano, sin recibir la atención que se merecen del Gobierno de turno.
Una situación ‘sorprendente’, teniendo en cuenta el peso económico que atesoran, que parece haber llegado a su fin. El 23 de enero, en un encuentro “histórico”, la ministra de Fomento, Ana Pastor, reunió en una misma sala a los primeros espadas, hasta un total de 27, de los principales grupos inversores en los puertos. Durante las cerca de tres horas que duró la reunión, calificada de “constructiva”, los empresarios empezaron a trazar la hoja de ruta para mejorar la eficiencia y competitividad de las empresas portuarias, lo que permitirá, a su vez, reforzar su posición en el escenario internacional.
Sin paños calientes, y bajo la atenta mirada de Pastor, que tomó buena nota de las propuestas que se pusieron encima de la mesa, los directivos incidieron en la necesidad de alargar los plazos de las concesiones, para poder así recuperar las inversiones realizadas, reducir las tasas, elaboradas en la época del ‘ladrillo’, y una mayor flexibilidad de la Administración. Es cierto que la reunión acabó con la creación de un grupo de expertos, que trae recuerdos del encuentro con transportistas.
Pero las diferencias son muy evidentes. Aquí estaban los altos ejecutivos y consejeros delegados de los principales grupos marítimos y portuarios, los que se juegan los cuartos, que expusieron sus reivindicaciones con discursos coherentes, claros y empresariales. Poco que ver con la carretera. Es sólo un primer paso, pero pinta bien. Además, una cosa quedó clara: “nadie está para perder el tiempo”.
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