editorial  | 

De Renfe, SNCF y DB

Renfe Mercancías dispone desde el pasado diciembre de una nueva oferta de transporte multicliente, que recoge un aumento de los trenes en los principales corredores nacionales, teniendo su centro nodal en Madrid. El nuevo programa multicliente llega un año después de que Renfe Mercancías decidiese meter la tijera en este servicio para dejarlo a la mínima expresión, lo que provocó las más que justificadas críticas de los operadores privados de combinado, integrados en la patronal UOTC, que además tuvieron que soportar un fuerte incremento tarifario, todo esto sin negociación previa y sin un período de transición que les permitiera adaptarse a la nueva situación.

Renfe Mercancías, siguiendo el consejo de los privados, que defienden que el multicliente aporta más valor añadido que el tren cliente en un mercado ya liberalizado, ha dado marcha atrás y ha decidido potenciar este tráfico, aunque la pública asegura que está siguiendo el plan marcado hace un año, cuando puso en marcha la reestructuración de todas las unidades de negocio de Mercancías y Logística al objeto de alcanzar el equilibrio económico en el horizonte de 2010, año en el que concluye el Contrato Programa con el Estado.

En cualquier caso, más allá de este debate estéril, el nuevo programa multicliente es una buena noticia y así lo reconoce la UOTC, que, no obstante y cargada de razón, reclama más recursos para el negocio intermodal de la pública. Este giro de Renfe Mercancías también se puede interpretar en el marco de los resultados de tráficos obtenidos en 2007, cuando transportó 24,7 millones de toneladas, 200.000 toneladas menos que en 2006. Las cifras del intermodal son aún más tristes, ya que en este negocio tuvo un descenso del 8 por ciento, quedándose por debajo de los 6 millones de toneladas.

Es decir, el ferrocarril sigue perdiendo terreno en su ya de por sí escuálida cuota de mercado en España. Sin embargo, Renfe asegura que ya ha hecho la travesía del desierto porque está consiguiendo reducir los números rojos (perdió 56 millones en 2007 frente a los 73,9 de 2006), aunque queda por saber en qué medida la búsqueda de los numeros negros pasa la por necesaria tarea de reducir costes, eliminar ineficiencias y comercializar nuevos servicios o sólo por el ya citado incremento tarifario. Llegados a este punto conviene hacer un paréntesis para poner en valor un movimiento de calado que ha saltado a la arena pública días atrás.

El ferrocarril francés (SNCF), que en el negocio de la carga está sufriendo tanto o más que Renfe, ha lanzado una OPA para hacerse con el 100 por ciento del operador logístico Geodis, donde ya controla el 42 por ciento del capital.

Está claro cuál es el objetivo de SNCF. Quiere plantarle cara al ferrocarril alemán DB, que, con su agresiva política de compras (por ejemplo, Transfesa y la transitaria Spain Tir en nuestro país, y EWS en Gran Bretaña, por citar sólo las más recientes), comanda en el transporte y la logística de toda Europa. Se podrá discutir si este modelo, es decir, que el capital público sea el encargado de liderar el mercado europeo, es mejor o peor que la fórmula inglesa, que apostó por la venta de su ferrocarril, dejando el juego en manos de los privados.

Pero lo cierto es que detrás de ambos hay una estrategia, un plan de los respectivos Gobiernos para el ferrocarril y la logística. Alemania hace tiempo que lo viene ejecutando a través de la DB y del correo DP. Francia, con la compra del 100 por ciento de Geodis, está dispuesta a jugar a la mayor, a dar un paso franco para entrar en la primera división del transporte en Europa.

¿Y España? En nuestro país seguimos jugando a la pequeña. Renfe Mercancías, más allá de que sea loable su afán porque cada día cueste menos al erario público, siempre que no sea a costa de penalizar a los privados, es un claro ejemplo de que este Gobierno ni los anteriores han tenido una estrategia clara ni un plan trazado para el ferrocarril, en particular, y mucho menos para el transporte de mercancías, ni desde el punto de vista político ni infraestructural. Nadie está pidiendo que España imite el modelo alemán. Sólo saber si el nuevo Gobierno de Zapatero tiene un plan sectorial o va a ser tan osado de perder otros cuatro años.

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