Opinión  | 

‘Déjà vu’

Fiorenzo Ambrogio. Administrador Ambrogio

 El sector intermodal es la rama del transporte más ignorada por el Gobierno

En primer lugar, mis felicitaciones a Transporte XXI por haber reunido la opinión de una veintena de expertos del transporte ferroviario en el suplemento ‘Multimodalidad’. Y agradezco haber contado con mi modesta contribución. Tras una exhaustiva lectura, quiero trasladar algunas reflexiones personales.

La mayoría de las respuestas me suenan a un largo “déjà vu”. Desde el año 2000 se van repitiendo las mismas cosas, con enfoques muy similares.

Varios expertos insisten en el famoso 3 por ciento de cuota de ferrocarril. Este dato es inexacto. Mientras se contabilizan la totalidad de los camiones que conforman la cuota “carretera”, y todos sabemos que está conformada por un elevado número de transportistas extranjeros, no entiendo por qué en el intermodal no se contabilizan las cuotas ibéricas de los tráficos que salen y llegan a las cuatro terminales ferroviarias “españolas” en territorio francés: Mouguerre, Hendaya, Le Boulou y Perpiñán, lo que doblaría, como mínimo, la cuota hasta un 6-7 por ciento, según datos de los operadores. Y cuya actividad ha crecido en más de dos dígitos el último año. Comprendo que Adif solo habla de sus terminales, pero si la mitad del tráfico sale de otras, deberían ser contabilizadas para que la comparación con la carretera sea coherente.

En varias opiniones se mezcla transporte local, nacional e internacional. Y esto puede llevar a cierta confusión. Si queremos hablar de Europa, se tendría que hablar de tráfico internacional. Es evidente que el ancho de vía determina dos enfoques totalmente distintos. Si hablamos de cuotas ferroviarias entre los puertos y Madrid o de un Zaragoza-Algeciras se enfoca al ancho ibérico y es un tema nacional/regional. Si el tablero en el cual queremos competir es Europa, todos estos proyectos no aportan y no cambian nada en el panorama europeo. Tampoco sirve buscar al culpable de este anacronismo.

Constato un resignado ‘wishful thinking’ en las respuestas de la mayoría que esperan mucho del Gobierno, de Transportes, de Renfe, del Estado… Personalmente, creo que esto es mucho esperar. Hasta la fecha, no me consta que una sola de las decisiones estratégicas y estructurales haya sido consultada ni una sola vez con los expertos y los operadores del sector, que son los que pueden aportar indicaciones concretas y prácticas de lo que hace falta hacer y de cómo buenamente hacerlo. El sector intermodal es la rama del transporte más ignorada por el Gobierno. Asimismo, creo que los sucesivos ministros y ministras al frente de la cartera de Transportes tienen un desconocimiento casi total del sector. Y, por último, tengo la convicción de que su interés estratégico real por Europa es a lo sumo tibio. En el fondo, el grueso de la exportación e importación de España con Europa se concentra en el País Vasco y Cataluña. ¿Qué motivación pueden tener para preocuparse, planificar, invertir miles de millones de euros para los 150-200 kilómetros que hay hasta la frontera?
En los últimos 15 años hemos asistido a unos cuantos proyectos internacionales con resultados más bien escasos y, en todo caso, con tiempos bíblicos. La línea UIC Barcelona-Le Perthus-Perpiñán, que tras 12 años tiene una tasa de ocupación del 12 por ciento. El Corredor Mediterráneo Algeciras-frontera, que está donde todo sabemos que está. La iniciativa privada de BASF para un corredor Tarragona-Europa, anunciado en 2012, aún sin arrancar. El eje central Zaragoza-Toulouse, de momento un dibujo sobre papel. Esta es la realidad. El único país europeo que realmente ha hecho algo, y muy bien, para la intermodalidad es Suiza, cuya cuota se acerca al 70 por ciento. El Gobierno suizo siempre creyó en el tren y así lo ha demostrado.

En el reportaje casi no se menciona el hecho de que lo que más crece en Europa es el combinado puro, mientras en España parece prevalecer la opción ‘autopista ferroviaria’. Tiene la virtud de acercar a cualquiera al tren, pero cargar las plataformas reduce la carga útil.

Muchos apuestan por el ecobono. Me parece algo muy arriesgado, por no decir peligroso. ¿Cuántas aventuras marítimas han terminado el día siguiente a la suspensión de dichas subvenciones?

En cuanto a la carretera, ya es hora de acabar con el síndrome de enfrentamiento entre modos. En cada transporte intermodal intervienen dos empresas de carretera, al principio y final de viaje. Y también es hora de desmitificar que la carretera es perfecta, flexible… Cuando hay más oferta que demanda es así, pero, como ocurre ahora, miles de cargas han pasado al tren por la falta de transportistas.

Por último, no se debería olvidar que todas las soluciones intermodales, al final, se tienen que ofrecer a los clientes y, a este respecto, destacaría que una cosa es hablar de medioambiente o sensibilidad ecológica, con discursos grandilocuentes, que quedan bien, pero a la hora de la verdad, los cargadores siguen priorizando el precio.