El concurso de acreedores de Transportes Ochoa ha convulsionado el negocio de la carga fraccionada y del express en nuestro país. Con un mercado nacional que parece un erial, el fondo de comercio de Ochoa, que asegura que retomará la actividad después del verano, se ha convertido en una perita en dulce para el resto de sus competidores, que han desplegado una agresiva política comercial para hacerse con los clientes de la concursada. En este escenario destaca la actuación de DHL Express. El sector acusa a la filial del correo público alemán DP de estar incurriendo en un claro dumping, presentando ofertas a los usuarios que siempre están un 10 por ciento por debajo de las realizadas por sus competidores. El sector abunda en que la estrategia de DHL no es nueva, sino que es una actuación recurrente desde que comenzó la crisis.
En declaraciones a TRANSPORTE XXI, el director general de DHL Express, Felipe Corcuera, se defiende, asegurando que, tras el concurso de Ochoa, “no hemos modificado nuestra política de precios”. Es necesario ubicar estas palabras en su justo contexto y recordar que fue el propio Corcuera quien, en una entrevista concedida a este periódico en septiembre de 2009, aseguraba que “no vamos a reducir cuota de mercado y a perder clientes en España ni por precio ni por servicio”. Del cruce de ambas declaraciones de Corcuera se podría colegir que las acusaciones del sector contra DHL no son infundadas, aunque el camino recto para despejar cualquier duda está en los organismos de Competencia. La herida sangra aún más para el sector porque detrás de DHL Express está el correo público alemán DP, una paraguas que no deja de ser una tentación para disparar con pólvora del rey. Basta recordar que Bruselas ha obligado a DP a devolver una ayuda de entre 500 y 1.000 millones recibida del Gobierno alemán, que la multinacional habría utilizado también para subsidiar su negocio de paquetería.
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