Opinión  | 

El libro de hacer amigos

Ignacio Ballester. Director general de MSC en España

La industria naviera es la más eficiente, segura y sostenible (en su amplia definición) de las existentes hoy en día

Esta Tribuna Libre no va a tratar nada nuevo; no va a descifrar ningún misterio sin resolver, aun cuando voy a utilizar como referencia la frase atribuida al libro más importante de las letras españolas: “Ladran, luego cabalgamos”, que en realidad no aparece en él. Pero todos creemos que sí, porque lo hemos oído infinidad de veces.

En el mundo de la logística ocurre lo mismo. Siempre he dicho y he defendido que la logística es un sector muy sacrificado. Nadie se acuerda de uno cuando las cosas salen bien, es nuestra obligación. Y, además, los profesionales logísticos hacemos que parezca fácil. Eso sí, no tengas el más mínimo desliz, que serás juzgado con toda la virulencia y crueldad posible por “tu cliente”.

Esto, como recoge perfectamente la famosa frase pseudo-quijotesca, ocurre y me temo que seguirá ocurriendo. Simplemente por pura repetición se asimila en la conciencia popular que Don Miguel de Cervantes escribió la famosa frase, como ocurre con cualquier otro asunto que se repita con la suficiente intensidad. No obstante, en la era de la comunicación (sugerencia friki: “El Conocimiento Inútil” de Jean François Revel donde se abordan todos estos asuntos) no debemos dejar pasar la oportunidad de tratar al menos de eso, de comunicar. Aunque lo de la comunicación es algo muy interesante, porque todo depende de que el de enfrente reciba tu mensaje, si no se llama ruido.

¡Fenomenal pues! Sentadas las bases, me veo en la necesidad de tratar de comunicarme con el Sr Jordi Espín para que su relación con la industria naviera deje de ser solo ruido. El por qué lo personalizo se debe simplemente a su columna: “Lento, Caro & Impredecible. ¿Qué es?” -15 de septiembre de 2023- y al hecho de que, cuando he tenido la oportunidad de comunicarme (en el sentido completo de la palabra) con algunos de sus representados, he podido constatar que su opinión acerca de la industria marítima no es la misma. Sobre todo, cuando se les explica con detalle.

En el artículo, se acusa directamente a las navieras de llegar tarde exprofeso, a la vez que prácticamente se nos culpa de que el canal de Panamá no tenga agua suficiente para atender toda la demanda de barcos que llegan y que cómo es posible que no demos la vuelta por el cabo de Hornos cuando “solo serían 10 días más de tránsito”. Tratando de entender las cuitas que se plantean, veo que la única solución es dejar que otros decidan qué hacer con nuestros recursos. Porque digo yo que 10 días más tarde se considerará un retraso y afectará a la “puntualidad global” que tanto le inquieta.

¡Ah, no! Discúlpenme, que podemos “ir rápido” pero no lo hacemos por nuestra maldad intrínseca. Por supuesto, las navieras solo tenemos que ser respetuosas con el entorno cuando los clientes nos lo digan, además de saltarnos las normativas medioambientales que todos aplauden y que limitan las velocidades de los barcos de forma explícita e implícita con toda la caterva de regulaciones y penalizaciones a las que nos exponemos. Pero ahora estoy mucho más tranquilo porque ya sé que, cuando vengan a paralizarme un barco porque ha llegado a su límite permitido de emisión de CO2 y me tenga que hacer cargo de los costes de los créditos de emisión de carbono, el artículo del Sr Espín será ese salvoconducto de los de antaño que me permitirá seguir funcionando como él desea…

La industria naviera es la más eficiente, segura y sostenible (en su amplia definición) de las existentes hoy en día. El hecho de que el 90 por ciento de las mercancías se muevan por vía marítima lo confirma. Los embarcadores mundiales que optan por este medio lo realizan libre e individualmente. “Cambiar” desconozco si es necesario, aunque sin duda alguna siempre está en su mano y en la de sus asociados buscar lo que más les conviene. Pero atacar a una industria gratuitamente desde un puesto de su responsabilidad me parece que está en contraposición a este último término.

Quizá todo esto venga descrito en otro libro, el “Libro de Hacer Amigos”, de autor desconocido y que sin duda alguna ayudaría a evitar muchas situaciones como esta. Yo mismo, me comprometo públicamente a leérmelo.