Editorial  | 

El transporte por carretera es la solución

El nuevo marco regulatorio europeo, la transición energética, la escasez de conductores, la digitalización o la posible reducción de la jornada laboral dibujan un escenario crítico.

El transporte por carretera no atraviesa una época de cambios: está inmerso en un cambio de época. El camión circula hacia una tormenta perfecta. Y no por falta de visión, sino porque las decisiones políticas parecen más empeñadas en complicar su futuro que en garantizarlo.

El nuevo marco regulatorio europeo, la transición energética, la escasez de conductores, la digitalización o la posible reducción de la jornada laboral dibujan un escenario crítico. Un tsunami que puede arrasar uno de los pilares básicos del sistema productivo español, “columna vertebral del sistema logístico”. Resulta inconcebible que se sigan imponiendo objetivos alejados de la realidad y sin una hoja de ruta, ni análisis de impacto. La inclusión del transporte en el régimen de comercio de emisiones o las nuevas obligaciones en sostenibilidad dispararán los costes, poniendo en riesgo la viabilidad de las empresas de un sector con márgenes que apenas alcanzan el 3 por ciento. Pero no todo es Bruselas. El intento del Gobierno de reducir la jornada a 37,5 horas semanales puede ser la puntilla si no se acompaña de flexibilidad y diálogo. No se puede aplicar un modelo laboral de oficina a un sector que mueve mercancías a través de fronteras. Hace falta sentido común. Como también lo requiere la jubilación anticipada. El sector no se opone a abrir este melón, pero es necesario un informe riguroso, serio y de calado, que analice su verdadero impacto. El transporte por carretera no es una profesión indigna, ni peligrosa, y cualquier medida de este tipo debe sustentarse en datos objetivos y en un conocimiento profundo de la realidad sectorial.

Y sobre todo, hacen falta personas. “Sin profesionales, no hay transporte”. Hoy faltan 30.000 conductores en España. Urge mejorar las condiciones y lanzar una ofensiva de atracción de talento joven.

El transporte no es el problema. Es la solución. Lo fue durante la pandemia, lo es cada día que se mantienen abastecidas las industrias, hospitales, hogares… Merece algo más que palmaditas institucionales: merece políticas realistas, planificadas y sostenibles. Al final, pese a ser el ‘patito feo’, siempre está cuando se le necesita. Ahora le toca a Europa y a los políticos demostrar que también estarán cuando el transporte los necesita.