Sin Rodeos  | 

Histeria

Como nadie tiene la culpa de la terrible amenaza que se cierne sobre nosotros, el Gobierno puede respirar tranquilo

La realidad económica ofrecía suficientes motivos de preocupación sin necesidad de que apareciera el coronavirus.
Habíamos entrado en un escenario de evidente desaceleración que no había podido evitar ni una política monetaria de liquidez inagotable y tipos de interés por los suelos, ni una política fiscal cuyo déficit inyectaba 30.000 millones de euros todos los años.

En resumen, no estábamos resolviendo nuestro principal problema, el paro, y ya estábamos creando otro, una deuda pública monumental, que trasferiremos alegremente a la próxima generación.

Nada de ello parecía preocupar lo más mínimo a un Gobierno que no dudaba en agravar el problema tomando una serie de decisiones populistas: subía los salarios, diluía la reforma laboral, y deterioraba la sostenibilidad del sistema de pensiones.

Todo lo cual es perfectamente contradictorio con un escenario declinante, lo que inclina a temer un empeoramiento adicional de la situación.

Para felicidad del Gobierno ha surgido una pandemia de efectos indeterminados. No es más que una variante de la gripe de todos los años, esa que mata todos los años a más de 6.000 personas en España, cosa que no parece preocupar a nadie, ni siquiera a los grupos de riesgo que siguen sin vacunarse. Pero sus efectos sobre la economía mundial están siendo monumentales. Si las cosas siguen así hasta el verano, entraremos en recesión.
Siempre hay que buscar el lado bueno de estos desastres, y los Gobiernos lo han encontrado. A partir de ahora todo lo malo que ocurra se podrá atribuir al coronavirus: el empleo que no se cree, el déficit publico que no se reduzca, las ventas al exterior que no se produzcan, etc.

Mientras la difusión de nuestros problemas económicos se mantiene en sordina, las noticias de la pandemia alcanzan la máxima notoriedad en todos los medios de comunicación.

Como nadie tiene la culpa de la terrible amenaza que se cierne sobre nosotros, el Gobierno puede respirar tranquilo. Seguramente ya estará pensando en cómo gastar más, y es que hay tantas asignaturas pendientes, y tantas elecciones que ganar.