No le falta razón al líder de Coordinadora, Antolín Goya, cuando afirma que los esfuerzos que hay que hacer en el negocio de la estiba tienen que llegar a los clientes de las estibadoras y que la solución no está solo en los trabajadores, sino en todos los actores de la cadena portuaria.
En los últimos veinte años el negocio ha dado un enorme salto de calidad en España. De una pléyade de minúsculas empresas familiares, las terminales de los puertos españoles han pasado a estar en manos de navieras, multinacionales y fondos de inversión que reclaman mayor rentabilidad a sus cuentas de resultados.
Hoy la gran demanda de las estibadoras es ajustar sus costes, flexibilizando los equipos de trabajo e introduciendo la modernidad en el entramado laboral de los muelles, que siguen pertrechados de una cultura sindical que lucha por un escenario donde la caída actual de tráficos no arrastre al colectivo a una pérdida de empleo.
No queda hoy mayor esfuerzo que todos los servicios portuarios que operan en las dársenas ajusten costes y no deriven en ineficiencias que restrinjan la ‘Marca España’. No habrá inversiones sin ajustes de costes.
Fomento tiene hoy una oportunidad de oro para que sindicatos y estibadoras, junto con el resto de actores, como remolcadores, prácticos, suministradores y transportistas, incrementen la competitividad. Un oasis de nuevos ajustes debería retomar el milagro portuario.
Sin solucionar los costes del tránsito amenazamos la competitividad del comercio exterior. Hay que dialogar, negociar y equilibrar costes, ¿Afrontará la estiba en España el demandado ajuste? Los días de bonanza dependen de ello.
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