Opinión  | 

La quinta columna

Juan Diego Pedrero. Presidente ejecutivo de la Asociación de Empresas Ferroviarias Privadas (AEFP).

En nuestro país, el Ministerio no sabe y no contesta y esconde la cabeza cada vez que reclamamos un Plan como el que se está imponiendo en Europa. Desinterés, desidia o ¿serán los quintacolumnistas de siempre que paralizan cualquier iniciativa en nombre del supuesto equilibrio modal? Termino recordando que los puestos de responsabilidad en la administración se ejercen, no solo se ocupan…

Si ustedes recuerdan esa expresión, significa el intento de sabotear el esfuerzo de unos en favor de otros (el enemigo) pues los quintacolumnistas mantienen ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el otro bando.

En el mundo de hoy, mercantilista, estas lealtades se traducen en beneficios económicos de uno u otro tipo y en la obtención de ventajas sobre los competidores.
Concretamente, nuestro mercado de transporte de mercancías por ferrocarril es muy pequeño y estamos confrontados permanente a este tipo de situaciones por la propia endeblez del sector, al que, al contrario que en Europa, la Administración española no le presta la más mínima atención, más allá de las manifestaciones grandilocuentes sobre descarbonización, transición energética, pago por uso de las infraestructuras y que se yo.

Es muy preocupante que nuestro discurso pase tan desapercibido, no ya al gran público, sino a aquellos que deberían estar directamente comprometidos con el desarrollo de nuestra actividad como el Ministerio de Fomento, Economía, Hacienda, etc.

Pero nuestro sector no solo tiene acné en su rostro, producido por la asimetría regulatoria, fiscal y costes de acceso a la infraestructura, con respecto a otros medios de transporte terrestre. El aspecto sonrosado permanente también viene de las dificultades que los quintacolumnistas producen en su propio campo y que intentan desacreditar el arduo trabajo de convencer a unos y otros de lo importante que es para nuestra industria y para los ciudadanos el contar con un sector ferroviario de mercancías productivo y eficaz, además de eficiente, que ya lo es por derecho propio.

Es verdad que AEFP, nuestra asociación de empresas ferroviarias, es muy poco líquida o poco cambiante, siempre intentando mantener el rumbo y convencidos de que lo mejor es el mercado y competir en él, pero a la vez, las empresas viven en un estado de precariedad e incertidumbre muy importantes, lo que es fuente de conflicto y malestar.

El penúltimo de ellos, el de los maquinistas que parten en masa a Renfe, y del que este mismo medio se ha hecho eco en diversas ocasiones, produciendo un estado de permanente ansiedad en las empresas al no poder contar con los recursos esenciales de toda actividad de transporte: Los conductores. Tanto más grave cuando a pesar de los intentos de planificación de estos recursos por las empresas ferroviarias, esta se ve alterada por las necesidades sobrevenidas de Renfe Operadora que convoca ahora una Oferta Pública de Empleo, ahora unas becas de formación, traduciéndose en un desbarajuste total de la explotación de las empresas cuando no en su paralización.

Esta limitación del mercado “por efecto”, no me atrevo a calificarla “por objeto”, eso se lo dejo a las autoridades de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, produce mucha debilidad, que no debería ser aprovechada por los quintacolumnistas para romper la solidez de nuestros argumentos defendidos siempre con convicción, y hacernos “comulgar con ruedas de molino”…

Aludíamos antes a la falta de empatía que nuestro Ministerio de Fomento tiene sobre el transporte de mercancías por ferrocarril que se traduce, según datos de la Unión Europea, en que nuestro país es el cuarto por la cola después de Irlanda, Malta, etc. países en los que el ferrocarril es testimonial, en la asignación de fondos para el desarrollo del sistema ferroviario de mercancías.

Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Austria, y un sinfín de países de nuestro entorno, están recibiendo fondos CEF, Regionales y de sus gobiernos respectivos, todos aprobados por Bruselas, con cuantías que van desde los 100 millones a miles de millones de euros.

Los fines son claros, tasados y dentro de Planes plurianuales que no ofrecen ninguna duda a las autoridades comunitarias a la hora de aprobarlos: innovaciones tecnológicas para material rodante, mejoras de las terminales de maniobras, compensaciones por cargos de la infraestructura, ayudas directas a los clientes usuarios del sistema ferroviario, a las empresas ferroviarias, etc. Ni siquiera hay planes que compensen el sobrecoste para el sector ferroviario del desvío de tráficos por trabajos, obras o simplemente el corte de la línea férrea, como ocurrirá con el ancho ibérico en el Corredor Mediterráneo.

En nuestro país, el Ministerio no sabe y no contesta y esconde la cabeza cada vez que reclamamos un Plan en España como el que se está imponiendo en toda Europa. Será desinterés, será desidia o ¿serán los quintacolumnistas de siempre que paralizan cualquier iniciativa en nombre del supuesto equilibrio modal?
Termino recordando a nuestros funcionarios ministeriales que los puestos de responsabilidad en la administración se ejercen de forma ejecutiva, no solo se ocupan, tendencia muy en boga últimamente.