TRANSPORTE 4.0  | 

Santa Bárbara

Debemos aprender y nunca olvidar que es conveniente no esperar a que truene para acordarnos de Santa Bárbara

La pandemia mundial que nos está afectando a todos, el COVID19, como sucede con todas las desgracias masivas, pone de manifiesto nuestras debilidades como sociedad. Empiezan evidenciándose las mayores, pero, poco a poco, terminan aflorando todas. Nuestro sector no es ajeno a esta realidad. Por enumerar alguna debilidad, podemos mencionar los puntos de fricción modal desde el origen cargador-transportista, pasando por los puntos intermodales carretera-ferrocarril, puerto-tierra (ya sea ferroviario o carretera) y destino.
En estas situaciones, la intervención y el intercambio “humano”, supone exponerse a un riesgo máximo de contagio. Esto ocurre debido a la proximidad entre las personas (en las terminales de carga, intermodales, portuarias, estiba) y al intercambio de objetos físicos (por ejemplo, papeles, formularios, albaranes, CMR, etc.).
Otra de las cuestiones que, aunque no es específica de nuestro sector, sí nos afecta mucho más que a otros, es el seguimiento y trazabilidad de los movimientos de las personas, vehículos y mercancías para poder analizar estos datos y tomar medidas de prevención ante posibles contagios o propagaciones de la pandemia.
Y es ahora cuando nos acordamos de Santa Bárbara. Cuando nos damos cuenta de que podíamos haber invertido un poco de esfuerzo y recursos en automatizar tareas, eliminar papeles sustituyéndolos por sistemas informáticos, o incorporar robots para realizar tareas que aún se realizan manualmente. Y no me refiero solo a robots físicos, sino también a los robots software que permiten realizar de modo autónomo, tareas rutinarias, repetitivas y previsibles.
Los retornos de inversión en procesos de automatización de este tipo son menores a un año, en algunos casos incluso de pocos meses. Hay miles de casos documentados por todo el mundo. Y no se trata de novedades tecnológicas, ya que llevan años funcionando. No hace falta inventar nada.
De esta trágica lección de vida, sin precedentes, que nos está tocando asumir forzosamente, debemos aprender y nunca olvidar que es conveniente no esperar a la próxima tormenta para acordarnos de Santa Bárbara.

Juanma Martínez

jmmartinez@eurogestion.eu