La Autoridad Portuaria hace un cálculo expansivo de la huella de carbono, una pieza fundamental para la descarbonización, convirtiéndose en la primera dársena mediterránea con un certificado de este tipo.
El Puerto de Barcelona ha ampliado el foco para calcular la huella de carbono que deja la operativa portuaria incluyendo la actividad de todas las empresas de la comunidad portuaria. Y ello ha pasado por contar sobre todo las emisiones de empresas industriales con actividad en los muelles que estaban excluidas, de los inquilinos de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL), el impacto de las propias obras portuarias y de los residuos de los barcos.
La huella de carbono ha pasado así de las 349.398 toneladas de emisiones de CO2 anualmente a las 495.356 toneladas al ampliar el foco con datos de 2022, unas emisiones que han sido certificadas con la ISO 14.064 por la entidad certificadora DNV.
La dársena catalana se convierte así en “la primera del Mediterráneo en certificar las emisiones del conjunto de su comunidad portuaria”, aseguró José Alberto Carbonell, presidente de la Autoridad Portuaria, durante la presentación del estudio sobre la huella de carbono.
“Hacemos un cálculo expansivo a la hora de reducir a cero las emisiones”, señaló el responsable portuario, en referencia a conseguir un puerto neutro en emisiones en 2050. El análisis de la huella de carbono, que se revisará anualmente, “permitirá monitorizar el grado de efectividad de las medidas que se ponen en marcha dentro de nuestro Plan de Transición Energética, como el programa de electrificación de muelles”, añadió. Precisamente, los buques acaparan el 64 por ciento del global de las emisiones de C02. Y de este 64 por ciento, casi la mitad ( 47 por ciento) son emisiones producidas cuando los barcos permanecen amarrados. Y ello supone que el plan de electrificación de muelles que desarrolla la Autoridad Portuaria llegará a “reducir un 24 por ciento de las emisiones del global del puerto en 2030”, señaló Maurici Hervàs, experto en Transición Energética del Puerto de Barcelona. La disminución de CO2 llegaría al 38 por ciento con buques funcionando con combustibles alternativos a los fósiles.
Después de los barcos, se sitúan las concesiones al provocar el 29 por ciento de las emisiones globales, las obras y los residuos aportan el 4 por ciento y el restante 3 por ciento la movilidad terrestre (las entradas diarias de camiones, turismos y trenes que operan dentro de la dársena).
“Es insólito que participe toda una comunidad portuaria” en medir la huella ambiental, señaló Hèctor Calls, director de Sostenibilidad Ambiental y Transición Energética de la Autoridad Portuaria. El análisis es “una foto inicial de donde estamos” que servirá “para ayudarnos a descarbonizar a todos”, añadió.