Durante muchos años no ha habido una renovación generacional sostenida, concretamente desde el año 1999
Estamos en crisis, es innegable y todos somos conscientes. Parece una tormenta perfecta, no nos falta detalle. Costes energéticos, presión medioambiental, guerras que alteran el tenso equilibrio mundial, escasez de trabajadores cualificados, envejecimiento de la población, incertidumbre global y en nuestro caso si cabe y agravada, también nacional.
Algunas cuestiones para entenderlas habría que preguntarle a Iker Jiménez, porque al común de los mortales incluso a los estudiados con mentes analíticas y pensamiento científico, se nos hace muy cuesta arriba. Con una tasa de paro (según la última EPA) de casi el 12 por ciento y resulta que el déficit de personal en las tecnologías de la información es enorme, acentuado por la escasísima presencia femenina en estas profesiones, lo que viene siendo un mal endémico en nuestro país. Estamos peor que hace 20 años. La escasez de vocaciones STEM y también la falta de adecuación de la oferta formativa a las necesidades del mercado nos colocan en una situación grave.
Esto afecta a todos los sectores, pero también y mucho al del transporte. No solo porque es muy difícil captar talento en el mercado, también por la poca preparación y cultura digital en general en el sector.
Algo parecido pasa con otras profesiones como conductores profesionales. La formación privada está haciendo mucho, pero es insuficiente.
Durante muchos años no ha habido una renovación generacional sostenida, concretamente desde el año 1999 con la desaparición del servicio militar obligatorio que formaba a tantos militares de reemplazo para conductores de camión y autobús. Así nos encontramos con que este grupo profesional está en edades medias por encima de los 50 años y sin previsión de mejora.
Tecnología, digitalización, transformación, sí, es muy necesaria, pero qué hay de las personas.
Juanma Martínez
jmmartinezmourin@gmail.com