Las soluciones locales en un escenario global, como el comercio marítimo, son insuficientes por sí solas y conllevan riesgos para la competitividad del sector.
La descarbonización del transporte no tiene vuelta atrás. Un camino sin retorno, que requiere soluciones globales, no parches. Como muestra, la aplicación del sistema de comercio de emisiones (ETS) en el transporte marítimo, que entró en vigor en la Unión Europea el 1 de enero. Un claro ejemplo del desconocimiento de los políticos de turno sobre la industria, que siguen legislando de espaldas al sector desde sus atalayas de cristal. Bruselas no ha sabido calibrar el impacto de esta medida en el tráfico de los puertos europeos. Y, ahora, encima, parece que tampoco sabe cómo medir y evaluar las consecuencias, cuando apenas quedan dos meses para que termine 2024, compromiso adquirido por la CE para proceder a su revisión.
Desde su génesis ya parecía quedar claro que la medida iba a permitir la fuga de carbono y la creación de paraísos. Ya lo advirtieron, sobre todo, los principales puertos del sur de Europa, con Algeciras a la cabeza. En román paladino, la UE se estaba pegando un tiro en el pie, al igual que con su apuesta ciega a la electrificación. La distorsión del mercado es más que evidente. Las navieras reestructuran su líneas y dibujan los schedules que mejor se ajusten a sus necesidades. Y es que las soluciones locales en un escenario global, como el comercio marítimo, son insuficientes por sí solas y conllevan riesgos para la competitividad del sector.
Urge que la Organización Marítima Mundial (OMI) intensifique sus esfuerzos para alcanzar una solución global. Solo así será posible que el sector, jugando, en ese caso sí, con las mismas reglas, navegue con rumbo firme hacia la transición energética, evitando la actual doble vara de medir en función de los puertos de escala. Y mientras se adopta una normativa internacional, no estaría de más que Bruselas pidiese un tiempo muerto.
El ETS necesita una vuelta de tuerca. Y el nuevo comisario europeo de Transportes, Apostolos Tzitzikostas, que está en plena revisión de la política de transportes, haría bien en hacer un hueco para estudiar bien esta medida. Y de seguir adelante, con buques surcando las aguas a distintas velocidades, sin esperar a la OMI, que por lo menos se sienten las bases para un Observatorio del ETS, que ponga negro sobre blanco el impacto de esta medida en los puertos europeos.