Editorial  | 

El futuro del tren va sobre ruedas

Cada tonelada que se suba a un tren es una victoria para todo el sistema logístico, no para un modo u otro de transporte.

El transporte de mercancías por ferrocarril en España sigue anclado en cifras difíciles de digerir: la cuota modal apenas alcanza el 4 por ciento. Y pretender que el tren arrebate protagonismo a la carretera no solo es ingenuo, es contraproducente. No se trata de competir, sino de colaborar.

Las autopistas ferroviarias encarnan esta visión: un servicio que permite cargar camiones o semirremolques en trenes de manera rápida, sencilla y eficiente. No para sustituir a la carretera, sino para reforzarla, multiplicando su capacidad y ofreciendo una respuesta real a problemas como la transición energética y la escasez de conductores profesionales, que ya estrangula la actividad de muchas empresas de transporte por carretera.

La intermodalidad es el futuro, pero también presente. Hoy ya funcionan en España dos itinerarios (en ancho ibérico y estándar), demostrando que el modelo es viable. Y hay casi una veintena de proyectos en estudio, reflejo de la demanda real de los operadores. La última iniciativa parte de la Autoridad Portuaria de Santander, que ha trasladado al comisionado del Gobierno para el Corredor Atlántico la necesidad de configurar una autopista ferroviaria con Madrid. Eso sí, no es una solución inmediata. Estos itinerarios, salvo contadas excepciones, precisarán fuertes inversiones en la infraestructura para adaptar gálibos y permitir el paso de los trenes.

España necesita repensar su sistema de transporte. No desde el enfrentamiento, sino desde la cooperación inteligente. Carretera y ferrocarril no son enemigos: son aliados naturales. Juntos, pueden construir una red logística más sostenible, más competitiva y más resiliente. Eso exige apostar de forma decidida por las autopistas ferroviarias, que se presentan como la gran esperanza para impulsar el intermodal, pero sin descuidar otras cargas y servicios ferroviarios tradicionales. Cada tonelada que se suba a un tren es una victoria para todo el sistema logístico, no para un modo u otro de transporte.

Es el momento de cambiar el chip. La carretera ha sido, es y será esencial para el transporte de mercancías en España. El ferrocarril no viene a sustituirla, sino a fortalecerla. Y el desarrollo de las autopistas ferroviarias es el primer gran paso en esa dirección.