Olivier Datry. SVP South West Europe Smart Transport
Las exigencias ambientales continúan desafiando a los transportistas, llevándolos a replantear su manera de operar
El sector del transporte se encuentra en una encrucijada crítica. Por un lado, el transporte de mercancías ha crecido de manera exponencial en Europa en los últimos años, pero por otro, las exigencias ambientales continúan desafiando a los transportistas, llevándolos a replantear su manera de operar.
Las emisiones relacionadas con el transporte representan alrededor del 27 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la UE. La ley climática europea establece el objetivo vinculante de alcanzar la neutralidad climática para el 2050 a más tardar, con una reducción de al menos el 55 por ciento de las emisiones netas de GEI para el 2030 -en comparación con el valor de referencia de 1990-. Es, por lo tanto, una realidad y un desafío colosal.
La contribución inicial de las soluciones telemáticas, con el uso de los módulos de eco-conducción, han demostrado su eficacia para ayudar a los transportistas a enfrentar parcialmente este desafío. Más recientemente, la implementación de la videotelemática, sumada a la palanca de la eco-conducción, ha multiplicado este efecto beneficioso. Los transportistas que se equipan con esta tecnología reportan reducciones en el consumo de combustible que van de 0,5 a 2 litros por cada 100 kilómetros. Un litro de diésel menos significa 3 kg menos de CO2 en el aire. Basándonos en 100.000 kilómetros recorridos al año, eso supone 3 toneladas de CO2 menos por camión al año. Todo esto va en la dirección correcta, sin embargo, ¿es suficiente?
En el transporte, los desafíos son múltiples: la seguridad de los conductores y su bienestar en el trabajo; la mejora de los comportamientos de conducción; la limitación de los sobrecostes de seguros, la detección de sobreconsumos de energía; o la reducción de los costos de mantenimiento. El reto, por tanto, es encontrar una respuesta integral a estos desafíos, compatible con una situación de alta demanda y la escasez de conductores cualificados.
Las cámaras embarcadas, o dashcams, suscitaron reacciones negativas de los transportistas y conductores cuando llegaron en 2021, percibidas como un gasto adicional y una herramienta de vigilancia. Tres años después, la percepción ha cambiado: las empresas las ven como un medio para combatir el despilfarro y reducir los accidentes, los formadores en eco-conducción las consideran una herramienta pedagógica, y los conductores las ven como una garantía de seguridad y exoneración de culpa.
Más recientemente, la incorporación de algoritmos basados en IA ha permitido aumentar la detección de riesgos como resultado de acciones no controladas por otros usuarios de la vía.
¿Se instalará definitivamente la IA en la cabina?
A través de las soluciones DMS (sistema de monitoreo del conductor), la IA ha hecho su entrada en la cabina. Las soluciones más avanzadas utilizan un sensor frente al conductor (centrado en el rostro y el tronco) y detectan hasta el 95 por ciento de los fenómenos de fatiga.
Este alto porcentaje se logra gracias a un análisis detallado de los movimientos de los ojos y la boca, en comparación con solo el 60 al 65 por ciento para las cámaras de gran angular convencionales. Además de contar con una menor detección de los signos de somnolencia, las cámaras de gran angular podrían percibirse como intrusivas, ya que comprometen el espacio privado del conductor en la cabina. Por lo tanto, corresponde a las empresas de transporte tomar la mejor decisión en cuanto a la elección de la solución más adecuada a sus necesidades.
Es importante destacar que Europa está atrasada en la detección de fatiga al volante, a pesar de tener una fuerte demanda por parte de la sociedad. Con el tiempo y un enfoque pedagógico ad hoc con los conductores, los sistemas basados en IA dentro de la cabina terminarán por ser aceptados por la mayoría.