Ricard Agustín. Director de Family Business Solutions y consultor de empresas familiares
Las mercancías a transportar aumentan día a día mientras que el número de personas que se dedican a ello decrece sin pausa…
El relevo generacional en el sector del transporte vive momentos difíciles en la mayoría de los países industrializados, en especial del transporte por carretera.
El volumen de mercancías a transportar aumenta día a día mientras que el número de personas que se dedican a ello decrece sin pausa… El envejecimiento de los profesionales y la escasez de relevo generacional están al orden del día. En España aproximadamente 1 de cada 3 camioneros se jubilará en la próxima década, según datos de la Federación Nacional de Asociaciones de Transportistas, y, a fecha de hoy, no hay suficientes jóvenes interesados en sucederlos.
En los últimos tiempos, la ausencia de sucesores dentro de las familias que quieran continuar con el negocio familiar de sus padres ha obligado a que muchas pymes del sector tengan que cerrar, aun cuando tenían buenos resultados económicos. Las causas por las que no hay relevo son muchas y muy variadas, aunque la predominante es el hecho de que los hijos o sobrinos de los actuales profesionales del transporte no quieren dedicarse a lo mismo que sus padres o tíos. O, más bien, que se niegan a esclavizarse tanto como lo hicieron sus antecesores por un trabajo que es muy sacrificado y con muy pocas facilidades para la conciliación. A esto se suma la falta de seguridad en ruta y unos servicios básicos cada vez más escasos que restan todavía más atractivo a la profesión a pesar de ofrecer buenos sueldos.
Algunas veces es cierto que los hijos no quieren continuar con el negocio familiar porque tienen otras vocaciones y esto es algo que deberíamos respetar y apoyar. En cambio, en otras ocasiones, los padres son reticentes a traspasarles la empresa porque sienten que a sus hijos les falta formación o experiencia o los jóvenes dicen que no quieren heredarla porque aún no tienen claro su futuro y sienten que es pronto para comprometerse. En estos dos últimos casos, podríamos lograr el relevo con el apoyo adecuado. No obstante, en general, tal y como decía anteriormente, lo que más abunda son los jóvenes que no quieren repetir los pasos y sacrificios de sus progenitores.
Entonces, ¿cuál es la alternativa si no tenemos relevo? ¿Liquidamos el negocio? ¿Intentamos venderlo? Pues bien, en teoría, un negocio familiar que no tiene sucesor dentro de la familia no siempre estará condenado a tener que cerrar y hay distintas alternativas que podemos valorar según cada caso.
Por un lado, los padres o sus hijos podrían seguir como propietarios de la empresa, pero cediendo la dirección y gestión del negocio a un tercero de fuera de la familia. Es decir, la familia seguiría siendo dueña del negocio, incluso asumiendo ciertas tareas de supervisión o dirección y obteniendo un beneficio económico de ello, aunque no trabajase activamente en el día a día de la misma. En algunos casos, también existirá la opción de ceder la propiedad a los trabajadores para que sean ellos los que tomen totalmente las riendas, algo que, si bien implicará el fin de la empresa como “familiar”, nos evitará parte de la pena, dado que la “empresa” sí que seguirá operando y dando servicio a los clientes y proveedores de toda la vida.
Por el otro lado, la familia también puede vender el negocio de transporte a otra empresa del sector que quiera crecer adquiriendo sus rutas, aunque siempre decimos que es distinto ‘salir a buscar a alguien que nos compre’ que ‘que venga alguien proactivamente a comprarnos’. El riesgo de perder valor y de fuga de trabajadores ante la incertidumbre del proceso no es desdeñable y podría hacer que acabásemos malvendiendo.
Pero tampoco podemos engañaros, la falta de relevo generacional dentro de la familia, y mucho más en un sector con escasez de jóvenes que quieran de dedicar a ello, en bastantes casos sí que supondrá el fin de la empresa familiar… Por ello, otra de las alternativas es la liquidación, algo que habrá que analizar a conciencia.
Antes de tomar una decisión, os recomiendo a aquellas familias empresarias que os encontráis en esta