Juan Díaz Cano. Presidente de la Real Liga Naval Española
La profesionalidad se basa en cuatro ejes que definen su esencia: integridad, autonomía, responsabilidad y competencia, elementos todos ellos determinantes en la obtención de resultados
Debo reconocer que la música, al contrario del cine, nunca ha formado parte importante de mi recorrido vital. Esto no quiere decir que a lo largo de mi vida no haya asistido a conciertos ni que determinadas canciones y cantantes me retrotraigan a tiempos pasados no necesariamente mejores. Siempre me gustaron, y me siguen gustando, los crooners de vida desordenada tipo Sinatra. Hay algo impostado en todos ellos que evoca sensaciones extremas, experiencias al límite y vivencias al filo de la navaja. Todo ello alentado más por el abuso del alcohol que por el abuso de las drogas. Tal vez la excepción a todos ellos la constituya Michel Bublé, que nos recuerda la figura del chico bueno, aseado y padre de familia ejemplar que entiende la música simplemente como una profesión alejada de cualquier otro tipo de connotación colateral al uso.
Hace unos días asistí en Madrid a un concierto de Tom Jones. Ochenta y cuatro años le contemplaban, lo que no fue óbice para que se mantuviera en el escenario durante dos horas demostrando que su voz sigue siendo la misma que en la década de los años setenta del siglo pasado. Producía una sensación a caballo entre la ternura y la admiración ver cómo el cantante galés encandiló al público desde la primera a la última canción. Todo un recital de profesionalidad, porque lo que distingue al triunfador del fracasado, al final, siempre es la profesionalidad.
Esto ocurre en todas las esferas de la vida, en la empresa, en el deporte, en la política, etc. Recuerdo en el año 2006 a un delantero centro del Real Madrid. Se llamaba Van Nistelrooy, era neerlandés y llegó sin hacer ruido. Jugó dos temporadas compartiendo plantilla con figuras míticas del madridismo como Ronaldo, Ramos o Cannavaro. No fue el mejor delantero centro que tuvo el Madrid, ni falta que le hacía, porque los profesionales no necesitan brillar, tan solo hacer su trabajo.
La profesionalidad se basa en cuatro ejes que definen su esencia: integridad, autonomía, responsabilidad y competencia, elementos todos ellos determinantes en la obtención de resultados.
Me resulta difícil encontrar profesionales destacables en el mundo de la política. Un mundo desgraciadamente plagado de advenedizos sin la preparación y profesionalidad suficiente para dirigir los designios de un país como el nuestro.
Más fácil me resulta distinguir profesionales dentro del mundo empresarial. Hombres y mujeres que entendieron y entienden la empresa como una contribución a una sociedad que habitualmente, y de modo injusto, los detesta. Son profesionales, cumplen estrictamente su papel, arriesgan su dinero, perjudican su vida familiar y crean vías de trabajo a miles de personas.
La verdad es que no sé a qué ha venido toda esta disertación sobre la profesionalidad porque mi intención inicial era hablar sobre la reciente publicación del informe Estrategia Marítima de España 2024, me temo que un nuevo intento voluntarista de cambiarlo todo para que todo siga igual. Es posible que este lapsus se pueda atribuir a la pereza que me produce escribir sobre el tema, aunque pensándolo bien tal vez se deba a que debo estar haciéndome mayor.