Antonio Viñal. AVCO Legal
Es imperativo que programas, docentes y evaluaciones se adapten a lo que el mercado demanda
Hace unos meses, el presidente de la Asociación de Navieros Españoles (Anave), Vicente Boluda, en el transcurso de una jornada sobre “Economía Azul y transporte marítimo. Oportunidades profesionales en un sector a la vanguardia tecnológica”, organizada por la Fundación Premios Rey Jaume I en Valencia, destacó la necesidad de fortalecer el sistema formativo y toda la oferta dedicada al transporte marítimo, con objeto de adaptarla a las necesidades reales de las empresas.
Y más recientemente, el presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo, Carlos Botana, en un acto sobre “Desarrollo de capacidades para impulsar una Economía Azul sostenible y resiliente”, subscribió ideas parecidas, subrayando el papel protagonista que el Puerto de Vigo viene asumiendo desde hace tiempo al respecto.
Esta coincidencia de pareceres es sintomática de la asunción, tanto desde el sector privado como desde el sector público, de una responsabilidad a la que ninguno de los dos debe ser ajeno, y es el hecho de tratar de afrontar el reto formativo que el transporte marítimo plantea en la actualidad como consecuencia de la sostenibilidad ambiental con el uso de combustibles y fuentes de energía no tradicionales; la transformación digital con el internet de las cosas, la inteligencia artificial y las bases de datos descentralizadas, compartidas y seguras; el impacto de las tensiones geopolíticas en la logística con la consiguiente reconfiguración de rutas, aumentos de costes y riesgos para la seguridad de barcos y tripulaciones; o las reformas legislativas que se avecinan en materia de puertos y marina mercante.
El afrontar este reto formativo de forma inteligente, práctica y dinámica no sólo puede contribuir de forma positiva a que las empresas del sector resuelvan el problema de la escasez de profesionales cualificados, sino también a que retengan a aquellos que ya han incorporado mediante cursos de formación y capacitación que les permitan actualizar de la manera más competente y competitiva posible el desempeño de su puesto de trabajo.
En este sentido, la configuración de programas que aborden, entre otros temas, los sugeridos líneas atrás, la contratación de docentes con experiencia ampliamente contrastada, o la evaluación no sólo de la asistencia, que también, sino sobre todo de la suficiencia de los alumnos, por instituciones o entidades que sepan responder a la exigencias del sector, es una necesidad inaplazable.
En este contexto, es importante destacar el imperativo de que programas, docentes y evaluaciones se adapten a lo que el mercado demanda, ya que es este, en última instancia, quien debe, si no imponer, sí plantear lo que las empresas precisan.
A veces, en lugar de enfoques como este, reflejo de la interacción que en todo momento debe existir entre planteamientos académicos, necesidades empresariales, y evoluciones sectoriales, nos encontramos con otros caracterizados por un excesivo peso doctrinal, alejados de la realidad en la que nuestras empresas deben competir, y en la que para hacerlo, y hacerlo bien, deben contar con los profesionales adaptados a un entorno cambiante, cuyas tendencias, desafíos y oportunidades están rehaciendo y remodelando la formación marítima.