Opinión  | 

Los puertos y los ingenieros

Alberto Camarero, Nicoleta González y Rafael Molina. Profesores de Explotación Portuaria, Ingeniería Portuaria y Gestión Portuaria
Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid

Desde esta tribuna queremos proponer una reflexión sobre la importancia del papel del perfil profesional portuario; ha llegado el momento de pararse, analizar y discutir el futuro de nuestros puertos y el papel que queremos que tengan los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en dicho futuro.

En la actualidad, los puertos son complejas infraestructuras físicas y lógicas que sirven como nodos de transporte, industria y comercio. Son espacios donde conviven diversas comunidades, como la naviera y la portuaria, compuesta de una vasta costelación de perfiles profesionales. Dentro de estos perfiles hay uno que ha vertebrado el funcionamiento de los puertos desde un punto de vista histórico: el Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos (ICC y Puertos).

Actualmente no existe una carrera profesional portuaria, pero las competencias del ICC y Puertos ha posibilitado el diseño, construcción, conservación, explotación y gestión de los puertos. Su conocimiento sobre medio físico marino, sobre estructuras y obras portuarias, así como sobre logística y transporte le confieren una visión formativa de partida sobre la que cristalizar una carrera portuaria sólida.

La profesión de ICC y Puertos es la única profesión española que, en su denominación, lleva el nombre de puertos. La Escuela, que fue creada por Agustín de Betancourt en 1802, incorporó en 1836, las competencias de la construcción, gestión, conservación, explotación y dirección de los puertos españoles, y se adscribió al Ministerio de Fomento en 1851. En estas Escuelas se formaban funcionarios del Estado con una alta preparación técnica, orientada al desarrollo de las infraestructuras del país, tan necesarias para el desarrollo de nuestra nación. Asignaturas como “Puertos y Señales Marítimas” demuestran una capacidad de adaptación al devenir de los tiempos.

Pasaron los años, y los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, o quizás deberíamos decir Ingenieros de Puertos, siguieron dibujando, construyendo y dirigiendo los puertos con los que contamos actualmente. Estas infraestructuras son fundamentales para nuestra economía.

Por Decreto de 17 de septiembre de 1957, la Escuela pasó a depender del Ministerio de Educación Nacional y, en el caso de Madrid, todas estas Escuelas constituyeron la actual Universidad Politécnica de Madrid. Pero ello no significó una pérdida de la calidad de las enseñanzas, a las que ya no se accedía por el conocido examen de ingreso. Las materias portuarias se siguieron desarrollando y adaptando a las necesidades que la sociedad demandaba. Así, en los sucesivos planes de estudios aparecieron materias como “Explotación, Utillaje y Legislación de Puertos” o “Explotación y Dirección de Puertos”.

En la actualidad los programas académicos de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Madrid cuentan con más de una decena de asignaturas focalizadas en la planificación, el diseño, construcción, explotación y gestión marítima y portuaria. La formación del ingeniero marítimo y portuario es una formación especializada dentro del marco formativo, también especializado en infraestructuras del agua, transporte, energía y territorio.

Si observamos el marco legislativo sobre gobernanza portuaria, hasta la Ley de 1992, los directores de Puertos, ICC y Puertos, eran los verdaderos responsables de los puertos, bajo la presidencia, con un carácter más testimonial, de alguna personalidad de la zona, que ayudaba en las relaciones públicas y representatividad a la labor del Ingeniero Director. La relación entre las competencias técnicas y los puestos de toma de decisiones en las organizaciones tenían un vínculo explícito. La incursión de la política en la gestión de la actividad económica ha llevado a que los presidentes de los puertos sean ejecutivos y propuestos por la Comunidad Autónoma. Así, la dirección de los puertos, bajo la coordinación de un ICC y Puertos, preparado para esa actividad, pasaba a depender de otros profesionales más próximos a la opinión política que a criterios de gestión técnica. La puntilla se la dio la Ley de 2010 donde entre las funciones que debería ejercer el director del Puerto, no consta la de aprobar los proyectos y obras de construcción de infraestructuras portuarias, por lo que la formación de ICC y Puertos dejaba de ser un requisito necesario y fundamental para ejercer la dirección de nuestros puertos. Este hecho se manifiesta en la evolución de los perfiles de los directores de los puertos, designados por los presidentes. A fecha de hoy, hay más de media docena de directores que ya no son ICC y Puertos.

En esta última década y media, el puerto está mutando para adaptarse a cambios en el mercado del transporte, el marco económico-legislativo y a los nuevos retos de eficiencia ambiental y de digitalización. Nos dirigimos hacia un puerto del futuro donde perfiles especialistas en las TIC, ambientales, navieros, o del sector de la economía, la energía y el derecho internacional tienen un papel crucial. La presencia y relevancia de nuevos perfiles profesionales portuarios debe de venir a fortalecer y complementar las competencias del ICC y Puertos, y por qué no, a inspirar los programas académicos oficiales y de especialización profesional en las Universidades.

El papel del ICC y Puertos, poco a poco, se está diluyendo en favor de perfiles profesionales que no disponen de una visión completa de la imagen del puerto y su propósito económico, social y ambiental. La responsabilidad de este hecho no recae sólo en las leyes y en los políticos. El colectivo de los ICC y Puertos no ha sabido poner en valor nuestra profesión, formación, ni responsabilidad en la dirección de los puertos, así como nuestro conocimiento y actividad profesional. Cuando la Ley de 2010 vio la luz, nuestro Colegio Profesional, el de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, no puso el foco en revertir dicha situación, ni abrir un diálogo sectorial.

Nuestras enseñanzas en las Escuelas llevan años centradas en satisfacer a empresas consultoras y constructoras con perfiles orientados al diseño y ejecución de obras civiles, pero olvidando que el propósito que de nuestra actividad reside en la gestión y la explotación de las infraestructuras para crear valor social. La obra es un medio para un propósito social y ambiental. Nuestra formación necesita una rápida y drástica actualización de contenidos y competencias, para facilitar que un colectivo clave en desarrollo social, se adapte a los vertiginosos cambios que se están produciendo.

Casi todas las Escuelas que dan la actual titulación de Graduado en Ingeniería Civil y Máster en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos tienen escasas asignaturas relacionadas con los puertos, o si la tienen, están enfocadas principalmente al diseño de obras marítimas. El perfil del Ingeniero Civil, especializado en el ámbito portuario, es el hilo que enhebra el propósito del qué, el cómo y el para qué de un puerto, en colaboración transdisciplinar con otros perfiles profesionales claves para abordar los retos a los que nos enfrentamos.