Editorial  | 

Mercancías, el patito feo de la movilidad

Las políticas de movilidad sostenible se diseñan de espaldas a la logística, como si esta no existiera o fuera un asunto menor.

Del 16 al 22 de septiembre, Europa celebra una nueva edición de la Semana de la Movilidad. Una cita que busca sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de avanzar hacia modelos de transporte más sostenibles. Se habla de electrificación del parque automovilístico, de mejorar la conectividad del transporte público o de potenciar el uso de la bicicleta. Todo ello, sin duda, necesario. Pero hay una cara que, año tras año, sigue teniendo poco protagonismo: la mercancía. Es la gran ausente en estos debates. Apenas se le dedica un espacio testimonial, cuando no se pasa de puntillas o directamente se omite. Es como si la movilidad fuese solo cosa de personas, como si la logística no formara parte de la vida diaria. Y, sin embargo, detrás de cada lineal, de cada comercio o de cada industria que sigue produciendo está la labor silenciosa de miles de empresas y profesionales que hacen posible que los bienes lleguen a destino. Durante los momentos más críticos de la pandemia, la sociedad pudo comprobar, quizá por primera vez, lo que significa el transporte de mercancías: carreteras abiertas para abastecer hospitales, industrias, supermercados o farmacias, y profesionales que no se detuvieron ni un solo día. Aquella imagen de sector esencial se desvaneció con rapidez. Hoy, el transporte de mercancías vuelve a ser invisible, salvo cuando se producen atascos o huelgas que recuerdan lo mucho que la sociedad depende de su labor.

Este olvido tiene consecuencias. Las políticas de movilidad sostenible se diseñan de espaldas a la logística, como si esta no existiera o fuera un asunto menor. Se habla de reducir emisiones y de mejorar la calidad del aire en las ciudades, pero se soslaya el debate sobre cómo organizar de manera eficiente y sostenible la distribución urbana. Se invierte en infraestructuras para viajeros, pero la red de corredores específicos para mercancías sigue esperando decisiones que no terminan de llegar.

Hablar de movilidad sostenible sin contar con las mercancías es un debate cojo. El transporte es estratégico. Sin logística, no hay transición verde posible. La Semana Europea de la Movilidad sería un buen escenario para recordarlo. No se trata de restar protagonismo a la movilidad de personas, sino de dar a la carga el lugar que merece.