El son económico  | 

Política, al fin

La augurada recesión española, tras un tímido despegue, es tan inminente que ya ha empezado. Y si no es la recesión, será el estancamiento. Se dibuja el futuro. Décima más, décima menos, el crecimiento económico español estaría llegando en este trimestre al cero. Y las arcas del Estado sufren el asfixiante ajuste/recorte de gastos junto a una desoladora escasez de ingresos. Los mercados, y Alemania, exigen lo imposible: que paguemos la deuda soberana con un dinero que no se produce. Todos los estímulos que se niegan a la economía se dedican a enjugar el déficit público.

En el mundo de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y nuestra Spain) no quedan más que dos jefes de Gobierno al timón de la crisis económica. Pero los residuales, José Luis Rodríguez Zapatero y Silvio Berlusconi, han entrado en vía muerta. El español se va dentro de unas semanas, y el italiano, taimado él, ve como lo han vencido los mercados y no sus aireados escándalos con golfillas en edad temprana. Pero también lo han desahuciado las instituciones europeas, el binomio Merkel/Sarkozy, al que se le atribuye el proyecto de reestructurar la Eurozona para desprenderse de los países más débiles, sin llegar a fulminarlos, pero obligándolos a no lastrar la evolución de los países más fuertes. Del grupo privilegiado formaría parte España, pues en la capital alemana aprecia la canciller, formada en Prusia, la disciplina con que Zapatero ha cumplido sus órdenes y aceptado los criterios de su rigidez estabilizadora.

¿Demasiada rigidez? Ya empieza a acariciarse la idea de que se extienda el plazo de estabilidad fiscal dos años, hasta el 2015, lo que haría la austeridad más respirable. Lo bueno de esta crisis, que pone a Europa en vilo, es que la economía enseña que no tiene todas las soluciones. Las compras de deuda por el Banco Central Europeo deberían responder a mandatos políticos, para ser ilimitadas, lo que le asemejaría en cierto modo a la Reserva Federal, mientras un Tesoro comunitario que emitiese, negociase y almacenase eurobonos debería nacer de una voluntad política. Sólo medidas como esas tranquilizarían a los mercados. Política haciendo economía. Al fin.

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