Opinión  | 

Puertos y defensa

Alberto Camarero y Nicoletta González. Universidad Politécnica de Madrid

Infraestructuras críticas para la movilidad militar en el siglo XXI

En un mundo cada vez más tensionado por la competición estratégica, los conflictos híbridos y la fragilidad de las cadenas globales de suministro, la defensa nacional ha dejado de ser un ámbito exclusivo de las Fuerzas Armadas para convertirse en una tarea colectiva, que interpela a todos los sectores del Estado y de la sociedad. Las infraestructuras críticas, en particular, deben ser repensadas desde esta nueva óptica. Entre ellas destacan los puertos de interés general como nodos logísticos esenciales, tanto para la actividad económica como para la proyección del poder nacional. España es una nación marítima por geografía, historia y vocación. Sus puertos son plataformas de intercambio global y centros logísticos multimodales que sostienen el comercio, el turismo, la pesca, la industria y la conectividad. Sin embargo, en un entorno geopolítico cada vez más complejo, estos mismos puertos deben estar preparados para cumplir también una función estratégica en apoyo a la defensa nacional. En particular, el Ejército de Tierra -por su naturaleza terrestre y capacidad de maniobra- requiere de una red logística eficaz para garantizar su movilidad operativa. Y esa movilidad comienza muchas veces en el territorio nacional, con la proyección por vía marítima hacia zonas de operaciones exteriores o hacia otras regiones en caso de necesidad. Que los puertos estén disponibles, adaptados y coordinados para facilitar este tipo de movimientos no es un lujo, sino una necesidad.

Los puertos no pueden convertirse en cuellos de botella en situaciones de crisis. La planificación civil debe integrar plenamente los requisitos de movilidad militar. Y esto implica no solo tener espacios físicos adecuados -muelles con suficiente calado, superficies de acopio, accesos viarios y ferroviarios fluidos-, sino también protocolos, coordinación institucional y tecnología que permitan compatibilizar el uso civil y militar sin comprometer la eficiencia del conjunto.

La UE ha asumido este desafío al reconocer oficialmente, dentro de la TEN-T, la necesidad de que las infraestructuras clave: carreteras, nodos logísticos, puertos y líneas ferroviarias, se desarrollen como infraestructuras de doble uso civil-militar. Esta decisión estratégica, reflejada en planes como el Military Mobility Action Plan, aspira a reforzar la resiliencia, la interoperabilidad y la rapidez de respuesta en un continente que ya no puede dar por sentada su seguridad. España, como miembro comprometido de la OTAN y la UE, debe avanzar decididamente en esta línea. No se trata de militarizar los puertos, sino de integrar su función en un ecosistema de defensa más amplio, que exige planificación conjunta, inversiones adaptadas y una cultura de corresponsabilidad. La colaboración entre autoridades portuarias, operadores logísticos, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y Fuerzas Armadas debe ser constante y estructurada.

Del mismo modo, debe reforzarse la conexión ferroviaria interior de estos puertos, clave para una logística militar eficiente. La intermodalidad, especialmente con el tren, permite proyectar grandes cantidades de material y personal con rapidez y seguridad. La inclusión de líneas ferroviarias españolas dentro de la red prioritaria de movilidad militar de la UE debe ser aprovechada estratégicamente, tanto para mejorar nuestras capacidades como para atraer financiación europea.

La defensa comienza en casa. Y en casa, nuestros puertos deben estar preparados para garantizar la movilidad de las Fuerzas Armadas al mismo tiempo que sigan cumpliendo su función económica y civil. Porque la seguridad, en el siglo XXI, no es solo una cuestión de soldados o de armas: es una cuestión de infraestructuras, de logística, de planificación y, sobre todo, de visión compartida.

Los ciudadanos tienen derecho a sentirse seguros, y ese derecho debe considerarse un pilar fundamental de cualquier sociedad moderna. Las infraestructuras críticas deben estar alineadas con esa aspiración colectiva. Es hora de que asumamos, como sociedad, que la defensa es tarea de todos. Y que preparemos nuestros puertos para estar, como siempre han estado a lo largo de la historia, al servicio de España y de su seguridad.

Pero también es hora de preguntarnos si la sociedad conoce realmente el papel estratégico que pueden desempeñar los puertos. ¿Saben los ciudadanos lo que pueden exigir a sus puertos? ¿Se perciben como espacios públicos con funciones que van más allá de lo económico? En un contexto de creciente complejidad, los puertos deben estar en el centro de una reflexión colectiva sobre seguridad, resiliencia y bienestar. Porque garantizar la seguridad, también la seguridad percibida por la ciudadanía, es un derecho fundamental en las sociedades modernas. Y porque las infraestructuras críticas, como los puertos, son demasiado importantes como para quedar fuera del debate público.