Transporte XXI hace un repaso del año 2025 a través del especial ’50 Buenas Noticias’, que recoge las informaciones más destacadas en un ejercicio en el que las empresas del sector han mantenido su pulso logístico firme, con una actividad intensa.
Con la cuenta atrás iniciada -apenas quedan dos semanas-, 2025 se apaga con la sensación de que el transporte y la logística en España han vivido un año de avance real, de esos que no hacen ruido, pero dejan huella. Un año en el que el sector ha vuelto a demostrar que su resiliencia no reside solo en la capacidad de mover mercancías, sino en adaptarse, reinventarse y seguir con el pie en el acelerador pese a un entorno que no da tregua. “No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta al cambio” (Darwin).

Ha sido un ejercicio de equilibrios: entre la transición energética y las exigencias del mercado, entre la digitalización acelerada y la realidad del día a día, entre la sostenibilidad que se promete y la rentabilidad que se persigue, porque la sostenibilidad no puede ser solo ambiental, sino también económica y social. Pero, al cerrar el calendario, el balance arroja más luces que sombras. España ha mantenido su pulso logístico firme, con una actividad intensa en puertos, carreteras, trenes, aeropuertos y centros de distribución que siguen marcando el ritmo de la economía.
El sector ha aprendido a convivir con la incertidumbre, convirtiendo las crisis en oportunidades. 2025 ha sido un año de consolidación: de proyectos que maduran, de alianzas que se afianzan, de inversiones que empiezan a dar frutos… Las empresas han seguido adaptándose al doble desafío de lo digital y lo sostenible. La automatización de procesos, el uso de datos en tiempo real y la integración tecnológica entre actores de la cadena logística ya no son aspiraciones, sino realidades que transforman la gestión diaria. De la misma forma, la reducción de huella de carbono ha pasado de ser una exigencia europea a convertirse en argumento competitivo.
La colaboración público-privada también ha mostrado este año signos de madurez. Los planes de inversión en infraestructuras han avanzado con un enfoque más transversal, conectando modos y regiones, en una clara apuesta por un transporte más sostenible, eficiente y seguro. Las administraciones han reforzado su papel como catalizadoras del cambio, aunque el diálogo con el sector deja aún mucho que desear.
Otro aspecto relevante que deja este 2025, que ya empieza a decir adiós, es la creciente profesionalización del sector. Las empresas han apostado por la formación, por la atracción de talento joven y por la mejora de las condiciones laborales en un contexto en el que la escasez de conductores y la falta de relevo generacional siguen siendo uno de los grandes desafíos estructurales del transporte. Se ha empezado a hablar con más seriedad de reputación sectorial, de comunicación, de visibilidad y de orgullo profesional: cuestiones que hace no tanto eran tangenciales y hoy forman parte del debate central.
Con todo, la sostenibilidad sigue marcando la agenda. El reto de reducir emisiones sin comprometer competitividad ha llevado a las empresas a explorar soluciones intermedias: biocombustibles, gas, electrificación parcial, eficiencia operativa. Nadie tiene la fórmula perfecta, pero la dirección está trazada. La transición energética tiene fecha y no hay vuelta atrás.
En paralelo, la digitalización continúa rompiendo inercias, con el foco en el dato. Plataformas de gestión, trazabilidad, inteligencia artificial y la integración de datos entre cargadores, operadores y administraciones están redefiniendo la cadena logística. Lo que antes era innovación hoy es práctica habitual, y las barreras de adopción tecnológica se reducen a medida que las herramientas se vuelven más accesibles.
En conjunto, 2025 se despide con un sector más conectado y más exigente consigo mismo, donde nadie pone en duda su papel estratégico. La logística ya no es la sombra de la economía: es su pulso, su sistema nervioso y su termómetro. La capacidad de adaptación en un contexto de “permacrisis” se ha transformado en una ventaja competitiva.
A lo largo de estas páginas, los nombres propios del transporte y la logística ilustran con hechos ese cambio de ritmo: inversión, innovación y visión compartida que explican por qué el sector español sigue marcando el paso. Es el caso, por ejemplo, de Algeposa, Grupo TT, LFP, Erhardt, Oraá, Transpais, Termavi, Method, Railsider Mediterráneo, PTP, Servicio Móvil, Alcampo, ID Logistics, Scan Global, HMM, Red & Pallets, Multirail, UECC, Pecovasa, Kuehne + Nagel, Logística Carosan, JS Trans, IFS, Boluda, CSP Spain, Nuppec, Primafrio, DHL, Continental Parking, T. Acha Cargo, FedEx, WEC Lines, Latam, Mimpo, Ontime, JSV, Finnlines, Go Transport, Aralogic, Correos Express, MSC, Visual Trans… y una larga nómina de empresas que contaron sus proyectos a Transporte XXI a lo largo de 2025. Destaca, igualmente, la positiva evolución del sector inmologístico en España. Un mercado con nombres propios como Prologis, Panattoni, MERLIN Properties, Goodman o Ginkgo. Además, destaca el trabajo de Miranda Empresas, que sigue atrayendo inversiones a Burgos; Zaldesa, que continúa quemando etapas en el desarrollo del puerto seco de Salamanca; y APL, que hace ya tiempo que logró colocar Aragón en el mapa logístico europeo. Los puertos españoles también dejaron grandes titulares, como Barcelona, Tarragona, Valencia, Santander, Vigo, Las Palmas, Algeciras y Cartagena, al igual que los aeropuertos de la red de Aena. También brillaron con luz propia la Fundación Corell, que continúa su labor de divulgación de conocimiento, y la patronal Astic, ‘culpable’, en gran medida, de la buena marcha del transporte español por carretera en el ámbito internacional
Y poco más que añadir. El sector llega a 2026 con la lección aprendida: la competitividad no depende solo del precio o del tamaño, sino de la capacidad de anticiparse y de trabajar en red. Que la sostenibilidad es una oportunidad y que la digitalización no es un fin, sino el medio para ganar eficiencia, seguridad y transparencia. Por eso, cuando 2025 baje el telón, el mensaje que deja el transporte español es claro: la maquinaria no se detiene, se adapta. Y el futuro no se espera: se construye.
Solo queda desear: ¡Feliz Año Nuevo!
