A veces puede parecer que tanto movimiento de relevos es para distraernos de lo que de verdad importa
Relevar, según nos dice la RAE, en su 6ª afección, sería “sustituir a personas, animales o cosas en algún servicio o función”.
Arrancamos el curso casi como terminamos el anterior, quizás aún más intenso, “relevando”. A un presidente de gran empresa pública de transporte, Adif. A un ministro al producirse un “hueco” por la salida de otro al Banco de España arrastrando a parte de su corte de altos cargos. Y nos encontramos con nuevo ministro de transformación digital (el del hueco), y nuevo secretario de Estado de Telecomunicaciones, entre otros.
Así de golpe, curso nuevo y nuevos responsables. De los que se han ido algo sabíamos, excepto de uno que no tuvo tiempo apenas para demostrar casi nada, el ex efímero presidente de Adif. A veces, muchas veces, uno sigue en su puesto, aunque no haya hecho nada, ni bien, ni mal, ni incluso nada en absoluto. Y otras, por las circunstancias que le haya tocado vivir, dura menos que un palote a la puerta de un colegio, sin haber tenido oportunidad a demostrar sus cualidades. Peculiares características de la vida del alto cargo por designación política. En tierras bajas vemos también algunos movimientos (relevos) más, un puerto por aquí, alguna empresa pública por allí. En fin, que en esto del juego de las sillas (o en lenguaje más actual, Juego de Tronos); tiene pinta que también estaremos entretenidos este curso.
A veces puede parecer que tanto movimiento de relevos es para distraernos de lo que de verdad importa. Como un juego de prestidigitador, donde ese mago de salón mientras nos entretiene con la mano derecha, con la izquierda cambia la carta que teníamos delante sin que nos enteremos. También pasa con los amantes de lo ajeno, que mientras uno de la banda nos pregunta por la calle tal, el otro nos ha limpiado la cartera. Gajes del oficio de sufridos ciudadanos. Vaya curso nos espera.
Juanma Martínez
jmmartinezmourin@gmail.com