Editorial  | 

Una medida atrapada en el laberinto

La pregunta que flota en el aire no es si se implantarán las 44 toneladas, sino por qué no se han implantado ya.

Tres años después del acuerdo “milagroso” entre transportistas y cargadores para la implantación de las 44 toneladas en las carreteras españolas, la modificación del Reglamento General de Vehículos sigue, al cierre de esta edición, sin ver la luz. ¡Feliz no cumpleaños!

No se trata de una medida revolucionaria, ni de un salto al vacío. En otros países, como Portugal o Francia, la circulación de estos vehículos ya es una realidad, con beneficios claros para la eficiencia del transporte. En España, mientras tanto, la medida continúa atrapada entre silencios administrativos y promesas incumplidas, como volvió a quedar en evidencia en la última edición del Foro Nacional del Transporte organizado por Aecoc. La pregunta que flota en el aire no es si se implantarán las 44 toneladas, sino por qué no se han implantado ya.

Los argumentos a favor son de sobra conocidos: mayor eficiencia, reducción de emisiones, optimización de recursos… También lo son las dudas razonables del sector, como la distribución de los costes de inversión entre cargadores y transportistas. Pero el verdadero escollo no es técnico ni económico, sino político y regulatorio.

En clave internacional, la falta de armonización en el ámbito europeo añade otra capa de ineficiencia. ¿Qué sentido tiene que un vehículo autorizado para circular con 44 toneladas en Portugal o Francia no pueda hacerlo en España atravesando la frontera? ¿Por qué no se facilita ya el transporte transfronterizo con estas configuraciones si varios países lo permiten? La respuesta es simple: Bruselas sigue arrastrando los pies, atrapada en negociaciones que deberían haberse cerrado hace tiempo.

Más pronto que tarde, las 44 toneladas serán la norma en España y en Europa, como ahora las 40 toneladas. Es cuestión de tiempo. Y el duotrailer, como apuntan varias voces del sector, tendrá su protagonismo en rutas específicas de gran volumen y larga distancia. En cuanto al megacamión, ese gigante que parecía el futuro hace años, acabará siendo un recurso marginal, más anecdótico que estructural.

El transporte necesita certezas. Y esta medida no requiere inventar la rueda: basta con mirar a los vecinos y dar el paso. Seguir esperando no solo es absurdo, es caro.