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Alerta máxima

La banalización del servicio de transporte marítimo (…) no tiene parangón histórico en su impacto global


La peligrosa situación actual en el transporte marítimo es parecida a alguno de los mejores episodios de la saga de ciencia ficción Star Trek en los que, aparentemente, no existe solución alguna, y donde las distorsiones y arritmias del flujo espacio-tiempo causan una disrupción tan grave que solo un cambio profundo de las fuerzas cósmicas consigue forzar el progreso hacia un nuevo escenario donde todos ganan.

Al observar la realidad de la cadena de suministro marítima hoy, podemos afirmar que la realidad supera la (ciencia) ficción: pandemia, Suez, congestión portuaria, falta de contenedores, conflictos bélicos, cierre de puertos, desinformación, incremento de transit time, surcharges aleatorios, blank sailings, fletes desorbitados… Esta es solo una parte de la larga lista de capítulos del guion en vigor desde hace dos años y en el que no es posible estimar cuanto más puede empeorar.

La banalización del servicio de transporte marítimo, base de la estrategia de las compañías marítimas en la actualidad, no tiene parangón histórico en su impacto global, tanto en los usuarios del transporte como, consecuentemente, en toda la sociedad. Su coincidencia con la declaración de beneficios multimillonarios de las principales navieras debería ser motivo de profunda reflexión. El desconfigurado escenario actual utiliza la pandemia como origen y excusa para justificar todos los eventos posteriores hasta hoy, sin ninguna voluntad de mejora, ni tendencia de cambio positivo. Lamentablemente, y a diferencia de Star Trek, el origen de la distorsión actual no es cósmico, es normativo, y proviene de la regulación europea que favorece la creación de opacos oligopolios en detrimento de los derechos de los usuarios.

El terreno de juego está desnivelado y decorado con los incidentes descritos que lo convierten en un campo de minas. Estamos en alerta máxima.

Jordi Espin

jespin@transprime.es