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La ética del negocio

El servicio está en constante erosión, no sólo por su dificultad operativa

La situación en el Mar Rojo está planteando nuevos retos imperativos que deben ser abordados sin demora: la ética y la transparencia en la gestión del transporte marítimo son los dos indicadores más urgentes. Los buques, las tripulaciones y la carga están gravemente afectados ante la amenaza de los ataques persistentes. El tránsito por el Mar Rojo está sufriendo alteraciones severas, ya que el 60-90% de los buques están usando la ruta más larga alrededor del Cabo de Buena Esperanza. El servicio está en constante erosión, no sólo por su dificultad operativa, también por la opacidad informativa y de repercusión de unos extracostes (surcharges) que, con gran imaginación por parte de las navieras, han sido bautizados con todo tipo de nombres, lejos de acordar un estándar de emergencia que los agrupara e identificara.

Cuando comenzó la crisis en diciembre de 2023, el Consejo Europeo de Cargadores (ESC), en representación también de Transprime y de los demás consejos nacionales europeos, activó sus mecanismos en Bruselas y pidió a la CE su indispensable implicación para que hiciera todo lo posible en salvaguardar el derecho de libre paso, ya que ellos son los centinelas de la competitividad europea, del mercado interior y del comercio internacional.

Una de las grandes preocupaciones de las empresas cargadoras en este momento es el aumento de los precios que confluye claramente con una acusada disminución de los niveles de servicio. Nuestro enfoque como cargadores es que estimamos de manera comprensible que un viaje más largo conlleve mayores costes: La situación actual hace que la duración del viaje se prolongue entre 10 y 15 días, con un aumento del gasto de combustible (que representa el 50% de los costes) y de incremento de otros importes, como los de personal. Para poder estimar la realidad de los valores económicos implicados, la Rotterdam School of Management (por encargo de ESC) ha realizado un estudio donde concluye que el aumento de los costes, a causa de los desvíos del Mar Rojo, debería situarse en torno a los 200 euros por TEU. La fría realidad, de referencia para todos, es que en la actualidad, los aumentos de precios rondan los 1.000 euros por TEU o pueden llegar a superarlos.

Esta es la foto, en blanco y negro, del matrix marítimo de hoy con la ética que de ello se desprende. Apuntamos de nuevo a los imaginativos “surcharges” que sólo deberían ser usados para situaciones imprevistas o de emergencia y que deberían ir acompañados de una gestión transparente de justificación de los costes incurridos. Si los aumentos de precios son superiores a lo estrictamente necesario, el desarrollo económico de la UE se verá perjudicado y la inflación adicional causada por el aumento de los precios podría verse incrementada del 0,7% al 1,2%. En una reciente reunión entre ESC y la CE, se ha confirmado que la UE participará más activamente en las operaciones militares y diplomáticas. Al mismo tiempo que, escuchando los argumentos de los cargadores, la Comisión ha pedido compartir con ellos el estudio sobre los “surcharges” existentes. La primera impresión de la Comisión es que hay una sobrecompensación en los recargos y los costes de flete. Nuestro próximo paso: confrontar este estudio con los principales actores del transporte marítimo. No sé el motivo por el cual me viene una frase muy popular en India: “la verdadera riqueza es la virtud, no el dinero”.

Jordi Espín

jespin@transprime.es