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Restricciones

El transporte por carretera lleva muy mal las fronteras normativas que algunos “se sacan de la chistera”

A veces parece que no ganamos para sustos. Esta ocasión desde el lado de la DGT y su “tradicional” publicación de restricciones a la circulación de vehículos pesados que para el presente año trae “novedades”. O sea, más restricciones, como la prohibición de circulación de camiones de más de 7,5 toneladas de MMA por la AP-1 y la N-1 desde Burgos en dirección al País Vasco y el límite con Francia en casi docena y media de fines de semana. Hemos pasado por arte de algún “mago” de la DGT de tener dos vías a cerrar simultáneamente ambas para los camiones.

No es un caso aislado. Ya en noviembre de 2013, la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, nos presentó la Estrategia Logística Nacional, una prometedora iniciativa que quedó luego en papel mojado. Precisamente, una de sus 18 actuaciones prioritarias era “coordinar los calendarios de restricciones al transporte por carretera”. Pues bien, solo dos meses después, Navarra se sacó de la chistera por primera vez restricciones a la circulación de camiones durante algunos fines de semana y festivos, afectando en especial en la circulación a Guipúzcoa y Francia y sumándose a las que ya venían aplicando Cataluña y País Vasco. Debieron entender así lo de “coordinar”.

El transporte lleva muy mal las fronteras normativas que algunos “se sacan de la chistera”. Y ya saben, quien daña el transporte, daña el desarrollo económico en general y con ello el bienestar y la prosperidad de los ciudadanos. No lo digo yo, formalmente así lo dice la propia ONU en una resolución unánime fechada el 19 de diciembre de 2014.

En una reciente reunión “ad hoc” con el director general de la DGT, Pere Navarro, nos dijo que veía un futuro de menores restricciones a camiones ya que la tendencia era de menor número de congestiones de tráfico en la red vial española. ¡Como si, en lugar de sufrirlas, las provocásemos nosotros!

Sólo pido que las autoridades sean conscientes de que facilitar nuestra labor es, quizá, menos “popular”, pero mucho más conveniente para la industria, el comercio, el turismo y, en general, todos los sectores generadores de empleo y riqueza. No “estorbamos”, trabajamos para mejorar la vida de todos los ciudadanos.