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44 toneladas de excusas

Estamos perdiendo el tiempo en justificar cómo salir de la trinchera antes que priorizar la competitividad industrial


Inauguramos año, y mientras estamos en pleno invierno cristalizando lo aprendido durante los pasados doce meses, me pregunto con un rápido “checklist” si la logística actual está avanzando. ¿Estamos seguros de que el canon de transformación logística se está aplicando a tiempo?

Estas preguntas me trasladan a un momento similar, cuando vi por primera vez una película de Paolo Sorrentino y necesité una comprobación vital para saber si entendía lo que me estaban contando. Me costó comprender “La grande bellezza”, que en 2014 cosechó múltiples premios. La trama describe a un personaje acomodado, con éxito, socialmente reconocido, con una vida rutinaria, que se acostumbra a vivir bien, sin riesgos, ni compromisos, ni motivación, a la espera de que algún día llegue la inspiración para pasar a la acción.

El argumento parece anodino, pero la maestría de la obra reside en cómo explicar, sin caer en lo vulgar, que la profunda reflexión que ilumina el camino a la verdad es cuando la simple sencillez se muestra tan aplastante que nos abre los ojos a los puros mecanismos de la certeza y a sus fórmulas más banales de comprobación. Exactamente cuando las dudas básicas nos acechan: ¿Es aceptable que, ante la falta de conductores y medios, se estén todavía buscando argumentos que justifiquen como salir del armario e implantar las 44 toneladas sin más dilación? ¿Tan difícil es explicarlo? Estamos eternamente perdiendo el tiempo en justificar cómo salir de la trinchera antes que priorizar la competitividad industrial. Lamentablemente, este es el argumento de la peli de hoy.

No os perdáis los cinco primeros minutos del film de Sorrentino que lo dicen todo: una gran fiesta glamurosa para evitar la mirada sobre la realidad. ¡Necesito palomitas ya! 44 toneladas de ellas para ser exactos.

Jordi Espín

jespin@transprime.es