Editorial  | 

Austeridad en el gasto público

El Plan de Austeridad de la Administración General del Estado, aprobado en Consejo de Ministros el pasado 29 de enero, contempla un recorte de 5.000 millones de euros en el gasto para 2010. El plan llega tarde, pero bienvenido sea. Este programa se extenderá hasta 2013 y persigue reducir el actual déficit público del 11 por ciento hasta los tres puntos del PIB en cuatro años. La cartera más afectada es la de Fomento, que tendrá 1.700 millones de euros menos para gastar este año. Aún es pronto para saber qué actuaciones se verán afectadas, pues los distintos departamentos disponen hasta el 1 de marzo para decidir qué créditos aparcan.

No obstante, el Ministerio de Fomento ya se ha apresurado a anunciar que no “hay motivo para la preocupación”, Blanco dixit, y que “la restricción del gasto en 1.700 millones para 2010 no afectará sustancialmente al ferrocarril”, Morlán dixit. Está claro que ninguno de los dos prebostes de Fomento se refería al ferrocarril para carga, sino al AVE, aunque en sus respectivas declaraciones ambos habrían colado de rondón su vivo compromiso con el transporte intermodal.

Con ánimo de ser ilustrativos, siguiendo la cifras que manejan los expertos, que establecen un inversión de 6 millones por kilómetro de vía de AVE, 1.700 millones de euros vienen a suponer la construcción de 280 kilómetros. Sería ilusorio pensar que Fomento está dispuesto a meter la tijera en el AVE, la actuación estrella del Gobierno de Zapatero en el capítulo de Infraestructuras, cuando viene anunciando a bombo y platillo que España será el país de Europa con más kilómetros de AVE en 2011, por delante de nuestros colegas alemanes.

Pero Blanco y Morlán tampoco mienten cuando dicen que el recorte del gasto no afectará al ferrocarril para carga, porque es un hecho que ni este Gobierno ni los anteriores se han gastado un solo euro en el mismo, todo ello a pesar del gran número de voces autorizadas que se alzan asegurando que la competitividad de las empresas y de la economía del país pasa por un apuesta clara y sin resquicios por este modo de transporte.

Sirva como ejemplo de la desidia del Gobierno de Zapatero para con las infraestructuras ferroviarias dedicadas a la carga que desde la presentación del famoso PEIT, a finales de 2004 con Magdalena Álvarez al frente del Ministerio de Fomento, cuelga del mismo el denominado ‘Plan Estratégico para el Impulso del Transporte de Mercancías por Ferrocarril, que hoy, seis años después, aún no ha visto la luz.

Es decir, este Gobierno ha invertido la friolera de 6.570 días en la redacción de un plan, cuya presentación estaba prevista por el ministro Blanco para diciembre de 2009, pero que ha sido retrasada. Será que no han tenido tiempo para finiquitarlo, aunque mucho nos tememos que, siguiendo la pompa y el boato de que hace gala este Gobierno, aún en tiempos de crisis, no pasará de ser una nueva galería de mapas multicolores para la que no habrá financiación.

Además, el Gobierno tendrá que explicar cómo conseguirá casar su repentino y loable afán por la austeridad, ahora que parece haber despertado del dulce letargo que provoca el gasto sin mesura, con los recursos que la Ley de Economía Sostenible consignaba, en principio, para el ferrocarril de carga. ¿Se sacrificarán partidas que dan más lustre electoral en favor de lo intermodal? Ojalá nos equivoquemos, pero todo apunta que el ferrocarril para carga volverá a ser sacrificado.

En la misma línea de reducir el gasto hemos podido escuchar al presidente de Puertos del Estado, Fernando González Laxe, que ha asegurado que “sólo las dársenas que garanticen su viabilidad económica podrán obtener préstamos”. Acabáramos. Laxe se acaba de dar cuenta de que todos los puertos españoles han querido y quieren tener su gran terminal de contenedores, su gran ampliación, al margen de los resultados de sus cuentas de explotación.

Mientras tanto, Puertos de Estado ha cortado la subvención a la Oficina Española de Short Sea Shipping, una iniciativa necesaria y avalada desde Bruselas, donde se gastaba 70.000 euros anuales, vamos, migajas. He aquí todo un ejemplo de austeridad en el gasto y de la apuesta por la intermodalidad del Gobierno de Zapatero.

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