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Camiones sin conductor: ¿realidad o ficción?

Bienvenida sea la tecnología que, buscando la autonomía completa de los camiones, aporte mayores elementos de seguridad activa y pasiva, así como de confort a nuestros conductores

El transporte por carretera atraviesa una etapa de profunda transformación, impulsada por avances tecnológicos que podrían redefinir por completo el sector. Entre ellos, la conducción autónoma destaca como una de las innovaciones potencialmente más disruptivas y aparentemente necesarias si no se revierte la tendencia en el asunto del relevo generacional de estos profesionales que, como es archiconocido, no se está produciendo desde hace lustros y nos aboca a una escasez de transporte que hará colapsar las cadenas de suministro y distribución con escalofriantes consecuencias.

A la hora de escribir estas líneas me encuentro viajando en tren hacia Barcelona, en un tren de alta velocidad dotado de las más altas tecnologías disponibles y, como todos los trenes, tanto su origen como su destino y la ruta que sigue están perfectamente previstas: estaciones y vía férrea, sin interferencias, sin cruces, sin otros usuarios alrededor. Pues bien, en la cabina, bien entrado ya el siglo XXI, continúa habiendo profesionales. Sin profundizar en las razones para que ello sea así, esta realidad pone muy en duda que alguna vez lleguemos a ver por nuestras carreteras camiones en ruta sin que ningún humano vaya al volante. No es que técnicamente no existan ya las capacidades para hacerlo, como tampoco faltan en el caso del ferrocarril. Pero no es la técnica la que pone los límites aquí. Ciertamente el panorama de que estos vehículos no se distraen, ni sufren fatiga; conducen de noche y en condiciones meteorológicas adversas mucho mejor que un ser humano (algunos pueden “ver” hasta 400 metros de distancia) junto con el problema de la falta de nuevos profesionales que apuntaba antes, hace que esta opción sea tremendamente atractiva, sin dejar de mencionar que, al no tener que parar para descansar, se reducen las posibilidades de robo de la carga o asalto al conductor. Tampoco hay que olvidarse de que podrían reducir los costes operativos más de un 30 por ciento.

A pesar de que en Estados Unidos ya se están realizando pruebas con camiones autónomos de nivel 4 que circulan sin intervención humana en rutas predefinidas, su implantación aquí, en la Unión Europea, está lejos, muy lejos, pues si algo es evidente en este Bloque, tras tantos años de consolidación, es la falta de homogeneidad entre Estados. Lo vemos ya en asuntos, tan aparentemente fáciles de homogeneizar, como son los peajes o las diferencias en las masas y longitudes máximas de los vehículos que permanecen en formato puzle tras tantos años de discusión.

Bienvenida sea la tecnología que, buscando la autonomía completa de los camiones, aporte mayores elementos de seguridad activa y pasiva, así como de confort a nuestros conductores. Ellos seguirán en las cabinas, sin duda, por muchos años más, aunque sólo sea para disfrutar de la conducción segura y relajada de un camión automatizado y conectado con sus bases, con sus clientes y con la infraestructura.

Ramón Valdivia

rvaldivia@astic.net