Revolera  | 

Carlos

Voy a ocupar estos renglones para contar algo que, en el fondo, es personal: voy a echar mucho de menos a Carlos Pascual

Mes tras mes, desde hace años, he dedicado esta columna a tratar desde mi punto de vista los más diversos temas relacionados con el transporte por carretera, su regulación, empresas, vehículos, infraestructuras, etc. Sus excelentes profesionales y los retos que afrontamos todos en este sector también nos han ocupado alguna vez. Pero, en esta ocasión, tengo que apartarme de ello, voy a ocupar estos renglones para contar algo que, en el fondo, es tremendamente personal: voy a echar mucho de menos a Carlos Pascual. En realidad, ya lo estoy haciendo. Me parece mentira que no vaya a verle más, que no vaya a escuchar su inconfundible voz y sus sonoras carcajadas. Tanto hemos conversado, amigo Carlos, tanto que ahora queda un vacío doble, porque nos faltas tú y nos faltan tus historias y tu magisterio también, debo decirlo como alumno privilegiado que he sido. ¡Cómo no extrañar ese torrente de vitalidad, empuje, optimismo contagioso que te han adornado toda tu vida!

Escribo aquí con la convicción de que podrás leerlo desde allá arriba, lo escribo para poder decir esas cosas que nunca tenemos tiempo de decirnos en vida y que ahora son espinas en la garganta. Te ha llevado esta plaga que padecemos ahora y que no nos ha permitido acompañarte, ni una visita siquiera. Estos son tiempos malditos en que la “contención” nos aparta de los más ancestrales ritos que las personas seguimos para mitigar el duelo. Te ha llevado y no hemos podido despedirte, ni velatorio ni funeral, nada salvo tu pérdida. Por eso, para mí y para todos los que te quisieron y admiraron en vida escribo aquí, en tu medio favorito del sector, unas palabras que no pueda llevarse el viento.

Te voy a echar mucho de menos, Carlos, cuando esté atravesando en Ginebra el puente entre el lago y el Ródano, cuando hablemos en Bruselas de cómo está cambiando el mundo del transporte internacional por carretera con los colegas de otros países que, por muy lejos que vivan, saben quién fuiste, cuando hablemos del TIR, de aduanas y camiones… en fin, cómo no, cuando juegue tu “Madrí” y sus goles ya no lleven pegado un grito de júbilo tuyo.

Descansa en paz. Sabremos hacer honor a tu legado.