Editorial  | 

Digitalización, del discurso a la realidad

 La transformación digital avanza, pero lo hace a un ritmo demasiado lento.

La transformación digital del transporte y la logística no es una opción, sino una necesidad. En un sector tan interconectado, competitivo y sometido a la presión de la eficiencia y la ‘agenda verde’, la incorporación de nuevas tecnologías es clave para sobrevivir. En España, esa conciencia ha calado: las inversiones en automatización, digitalización de procesos, análisis avanzado de datos, plataformas inteligentes y vehículos conectados han crecido notablemente en los últimos años. Existen casos de éxito, proyectos piloto ambiciosos y una cada vez mayor presencia de startups que están aportando valor añadido al ecosistema logístico. Tecnologías como el internet de las cosas, la inteligencia artificial y el blockchain ya forman parte del vocabulario del sector.

El balance general, sin embargo, revela una realidad menos optimista: la transformación digital avanza, pero lo hace a un ritmo demasiado lento. Los procesos manuales siguen dominando muchas operaciones cotidianas, la integración de sistemas entre actores de la cadena es escasa y las ventajas de la digitalización no han penetrado en buena parte del tejido empresarial, sobre todo en las pymes.

Entre los principales obstáculos que explican este lento avance destaca la falta de una infraestructura digital homogénea, la ciberseguridad y el rechazo al cambio cultural dentro de muchas organizaciones. Y es que adoptar nuevas tecnologías no solo es una cuestión de inversión, sino también de mentalidad. Sin liderazgo interno, sin formación adecuada y sin una apuesta decidida por el cambio, la tecnología se convierte en un parche más que en una solución.

Digitalizar no es informatizar procesos analógicos: es repensar la forma de operar y de colaborar. La digitalización no se impone solo por moda, ni por presión competitiva. Es la base sobre la que se construirá la logística del futuro: más rápida, más sostenible, más fiable y más colaborativa. Pero para que ese futuro llegue, es necesario pasar del discurso a la realidad. El sector necesita políticas activas que aceleren la adopción tecnológica, incentivos concretos para las pymes, formación y una estrategia digital de país que tenga al transporte y la logística como sector prioritario. España no puede permitirse una logística analógica en una economía digital.