El Estrecho, con su situación geográfica privilegiada, está llamado a convertirse en un centro clave de bunkering y servicios energéticos para la nueva generación de buques más limpios.
Desde el pasado 1 de mayo, todos los buques que naveguen por el mar Mediterráneo están obligados a utilizar combustibles con un contenido máximo de azufre del 0,1 por ciento, frente al 0,5 por ciento permitido fuera de las zonas de control de emisiones de azufre (SECA, por sus siglas en inglés). La entrada en vigor de esta nueva normativa internacional, aprobada por la OMI, supone un punto de inflexión tanto para el medio ambiente como para la logística marítima en la región.
Se trata de una medida ambiciosa, que ya está vigente en zonas como el Mar del Norte, el Báltico y buena parte de las costas de Estados Unidos y Canadá. El salto al Mediterráneo era lógico: esta zona concentra alrededor del 15 por ciento del tráfico marítimo mundial, donde la mejora de la calidad del aire es una prioridad urgente.
Esta medida no solo mejorará la calidad del aire; también marcará un cambio profundo en la operativa del transporte marítimo. Los armadores deben adaptarse usando combustibles más limpios, instalando depuradores de gases de escape (scrubbers) o apostando por tecnologías alternativas como el GNL. Lo fundamental, además, es que estamos ante una regulación global y homogénea. A diferencia del sistema europeo ETS, que solo afecta a los países de la UE y ha generado distorsiones competitivas, la regulación de la OMI se aplica por igual a todos los buques que cruzan el Mediterráneo, sin importar su bandera.
Este tipo de normas son las que verdaderamente permiten avanzar hacia una descarbonización real y efectiva del transporte marítimo sin penalizar injustamente a unos actores frente a otros. Igualmente, se abre un abanico de oportunidades. El cambio en la calidad de los combustibles dinamiza la cadena de suministro y ofrece a los puertos estratégicos, como Algeciras, la posibilidad de afianzar su papel como líderes en el suministro de combustible bajo en azufre. El Estrecho, con su situación geográfica privilegiada, está llamado a convertirse en un centro clave de bunkering y servicios energéticos para la nueva generación de buques más limpios.
Menos contaminación y más negocio: un ejemplo de que la sostenibilidad y la competitividad pueden ir de la mano si se aplican las políticas adecuadas.