Es imprescindible actuar sobre los cuellos de botella estructurales, y eso requiere voluntad política, reformas normativas y una colaboración público-privada efectiva.
El mercado inmologístico español atraviesa una etapa dorada. El sector ha cerrado un primer trimestre de récord con un incremento de la contratación del 34 por ciento y más de 400 millones de euros de inversión. España se sitúa así como el único país europeo con tasas de crecimiento positivas en los últimos cinco años.
Pero detrás de este dinamismo hay algo más que cifras. El auge responde a una transformación profunda del sistema logístico global, marcada por la digitalización, los nuevos hábitos de consumo, la necesidad de eficiencia operativa y la creciente exigencia de sostenibilidad del transporte. Además, el contexto geopolítico actual obliga a redefinir las cadenas de suministro y priorizar la resiliencia. España, bien posicionada, ha sabido aprovechar sus cartas.
Sin embargo, el éxito también saca a la luz las costuras del sistema. Y la más evidente es la escasez de suelo logístico disponible en los principales núcleos urbanos, que comienzan a mostrar síntomas de saturación. La elevada demanda ha disparado los precios y está forzando a promotoras y operadores a buscar alternativas más alejadas, con un impacto directo en la eficiencia y la sostenibilidad.
Pero el mayor freno no es la geografía, sino la burocracia urbanística. Los procesos para transformar o clasificar suelo industrial son lentos, complejos y poco predecibles. A menudo, pasan años desde que se identifica una oportunidad hasta que el suelo se convierte en una realidad operativa. Es imprescindible actuar sobre los cuellos de botella estructurales, y eso requiere voluntad política, reformas normativas y una colaboración público-privada efectiva. Hay que liberar suelo, acortar plazos administrativos y planificar el territorio con visión estratégica. Y, sobre todo, es hora de alinear el desarrollo inmologístico con una política decidida de infraestructuras, en particular en el transporte ferroviario de mercancías, donde España sigue aún en el furgón de cola de la UE. Sin conexiones intermodales eficientes y sin corredores logísticos bien vertebrados, será difícil aspirar a ser un verdadero hub logístico mundial. El crecimiento del sector no puede seguir siendo un carrera de obstáculos. Si España quiere posicionarse en el mapa logístico internacional debe facilitar el camino.