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Fahrenheit 451

Hoy, la cadena de transmisión de la confianza logística, popularmente conocida como supply chain, está en horas bajas


Todavía tengo pesadillas cuando recuerdo la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, que Truffaut llevó al cine en 1966.
La imagen de una sociedad que prohibía los libros y los quemaba en grandes hogueras en medio de la calle es difícil de borrar por todo lo que el fuego implica: destruir la confianza en las fuentes de información y en su cadena de transmisión. Personas denunciando a otras por poseer libros para ser detenidas: un mundo solo creíble en la ficción.

Pero debo admitir que lo peor no eran las imágenes de los libros ardiendo, lo más inquietante era la imposición de una sociedad basada en la denuncia, y, por lo tanto, en la desconfianza, que quedaba establecida como actividad principal de relación social.

Hoy, la cadena de transmisión de la confianza logística, popularmente conocida como supply chain, está en horas bajas.
La cadena de suministro siempre se ha basado en una cadena de certidumbre para que las operaciones tengan efecto y la mercancía fluya. ¿Cómo pueden establecerse estándares de confianza si la hiperregulación de transporte actual crea un marco en el que el peso de la prueba ya no reside en el Regulador y lo traspasa a los actores implicados en el desempeño de las operaciones de transporte?

Empezamos con la ya legitimada ‘Acción Directa’ y las denuncias de ella derivadas, en la que se puede llegar a pagar más de una vez por un mismo servicio de transporte; continuamos ahora con tiempos de espera definidos en una hora -imposibles de cumplir en muchos casos- a la espera de la denuncia pertinente.

Nos cuesta admitir que las distopías pueden llegar a ser reales. Es necesario que dejemos de comer palomitas para evitar que las pesadillas se conviertan en realidad.

Jordi Espín

jespin@transprime.es