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¿Fletes marítimos a la baja?

La foto actual de los fletes a la baja solo transmite gráficamente la salud operativa de las redes de transporte globales


Vuelvo de vacaciones renovado. Con mil imágenes en mi cámara. Recibo una foto con una línea descendiente. ¿Estamos mejor o peor? Necesito comprender qué ocurre y analizar sistemáticamente si esta foto es de felicidad.

¿A quién conviene la imagen de un gráfico con fletes marítimos en descenso? Al regulador, la Comisión Europea, que este preciso verano ha abierto el periodo de consultas para estimar si es necesario renovar (o no) la normativa CBER, que favorece la creación de las alianzas marítimas con un despliegue operativo lesivo para las cadenas logísticas y, en consecuencia, para todos los ciudadanos de la UE. Encaja además con el nuevo discurso de las navieras, que desean alejarse ya del entorno pandémico, para explicar que lo ocurrido desde marzo de 2020 hasta hoy era de causalidad ajena y que ahora todo ha cambiado: el deseo es certificar que los fletes elevados eran solo una consecuencia del desajuste operativo.

¿Nos ilustra sobre la realidad de hoy? No. La foto actual de los fletes marítimos a la baja solo transmite gráficamente la salud operativa de las redes de transporte globales: pésima y en caída libre.

¿De dónde sale, pues, la imagen? De un puro promedio aritmético global que no atiende a las realidades de servicio geográficas: fletes Asia-Europa todavía elevados, “surcharges” que no computan como flete, “blank sailings”, una fiabilidad de llegada a tiempo de los buques del 40%, un tiempo de tránsito promedio en 47 días (en 2019 estaba en 29 días) y con ingredientes que, aunque no afecten el tráfico operativo (Ucrania, Taiwan) se facturan como coste de riesgo añadido.

¿Esta es la explicación de la foto veraniega del transporte marítimo? Sí. Pues entonces prefiero recurrir a mi móvil y examinar solo mis “selfies”.

Jordi Espín

jespin@transprime.es