Los aranceles suben, el precio sube, el poder adquisitivo baja, la venta baja, la carga baja, porque la oferta es mayor que la demanda
Allá por el 75, cuando llegué como “empleado ve a…” a una agencia de aduanas, mis jefes me decían que eso no tenía futuro porque los aranceles iban cuesta abajo, las aduanas desaparecerían y las navieras se quedarían con la carga. Nunca me lo creí y nada más lejos de la realidad. Hasta hace bien poco, en los consejos de administración no se sentaba la logística, habida cuenta que esta se basaba en algo numérico, previsible, lógico y un coste, en resumen. Hoy, no solo se sienta el logista, sino que, además, le acompaña el geopolítico, como pareja imprescindible para la toma de decisiones.
El mundo que conocemos ya no está, lo que pensábamos era una cascada de despropósitos, una desaceleración transitoria (¡maldita frase lapidaria!), una pandemia, una guerra en Europa, colapso del transporte marítimo, medio oriente alzando las armas, los estrechos sin cruzar, por miedo o por dinero, han cambiado las reglas del juego global. Prevengan en 2023, sobre el hombro en el 2024 y al ataque en el 2025. Los líderes empresariales se han puesto de frente, o al lado, en lugar del perfil habitual, ante las cadenas de suministro, antes de decidir inversiones, compañeros de viaje y producción.
El primer pensamiento es acercar la producción (nearshoring), aunque manteniendo los costes, algo irremediablemente imposible. Costes suben, precios suben o márgenes bajan. O quitamos del grupo seis o del siete. El tablero político y las ego-poder-decisiones que lo mueven no pueden ser ignoradas, porque es un riesgo que empresa alguna se pueda permitir, sin importar su tamaño. Los aranceles suben, el precio sube, el poder adquisitivo baja, la venta baja, la carga baja, porque la oferta es mucho mayor que la demanda. La resiliencia es una palabra tan bonita como teórica. Cuando llueve de lado no hay paraguas, ni impermeable que te proteja. El mundo jamás va acabar echando de menos una pandemia, o una guerra. Sin embargo, es posible que los pocos que controlan la sociedad no piensen lo mismo. “El poder siempre intenta domesticar lo que no puede controlar” (Arturo Pérez-Reverte).
Miguel Rocher
mrocher@operinter.com