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Resiliencia

La salud es la prioridad absoluta de esta crisis, pero no podemos perder el foco del empleo

Quién nos iba a decir hace tan solo un mes y medio que nuestra realidad iba a cambiar tanto. Y no lo digo solamente por el confinamiento, que cada vez pesa más, o por cómo ha cambiado la forma de relacionarnos, de trabajar o por la drástica reducción del consumo y de la actividad en general. En algo más de treinta días nuestro sector ha cobrado un papel protagonista en la sociedad y la economía. El Gobierno ha reconocido a la logística como actividad esencial para garantizar el suministro, para facilitar el #QuédateEnCasa, para mantener el servicio de centros hospitalarios, farmacias y supermercados. ¿Quién nos iba a decir?

Si hay algo que esta brutal pandemia ha dejado de manifiesto es la gran capacidad de resiliencia que tiene nuestro sector. En la crisis de 2008, la logística jugó un papel clave al hacer de palanca para virar nuestra balanza comercial hacia la exportación. Hoy, con una coyuntura de crisis sanitaria solo vista en películas de ciencia ficción, la logística se ha adaptado de una manera heroica a la reducción generalizada de la actividad, manteniendo todos los suministros con la máxima puntualidad y eficiencia. El abastecimiento se convierte en prioridad absoluta y así se ha garantizado durante todos estos días.

¡Qué buenos profesionales tenemos! Nuestras empresas y sus trabajadores están haciendo un gran esfuerzo y un ejercicio de enorme responsabilidad para mantener esa actividad esencial, a pesar de que sus operativas se han visto reducidas en un 50 por ciento. El marítimo, por ejemplo, se ha reducido un 30 por ciento; la carretera sufre descensos de hasta el 70 por ciento. Solo el comercio electrónico, considerado actividad esencial para garantizar el confinamiento, ha logrado crecer un 20 por ciento.

La salud es la prioridad absoluta, pero no podemos perder el foco del empleo, clave de nuestro sistema del bienestar, porque la gran nube gris que deja esta tormenta supone una amenaza terrible para muchas familias. Tenemos que ser capaces de desarrollar una estrategia laboral, fiscal, económica y social que facilite al máximo a las empresas la generación de empleo tras la crisis. La asfixia nos lleva a un callejón sin salida. Solo garantizando la actividad empresarial, reduciremos los latigazos sociales de esta pandemia.