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Si el río suena…

El PE aprueba un paquete de medidas para suprimir las emisiones de los buques en puerto para el año 2030

El Acuerdo de París sobre el Clima estableció el camino para que todos los sectores, incluido el transporte marítimo, aunque no estén cubiertos formalmente por el acuerdo, deban contribuir a los esfuerzos de descarbonización. Hace un año dedicamos unos comentarios a los Principios Poseidón, que han demostrado ser algo más que un catálogo de buenas intenciones.

A mediados del año pasado, coincidiendo con su puesta en escena, un grupo de investigadores de la Universidad George Washington y la Universidad de Colorado Boulder publicaron un nuevo estudio que evaluaba la mortalidad prematura asociada con la contaminación causada por el transporte. No era novedoso, pero incidía en otros estudios previos que amparan ahora una decidida política europea sobre emisiones, tanto en mar como en los puertos. El estudio puso de manifiesto que en 2015 las muertes prematuras causadas por la contaminación generada por el trasporte superaban las 385.000 en todo el mundo. Un 15% se atribuía a la contaminación producida por los casi 80.000 buques en servicio. El transporte marítimo consume cerca de un 3% de la energía mundial.

Pues bien, como era de esperar, y así se vino anunciando por las diferentes autoridades marítimas internacionales y europeas, el Parlamento Europeo ha aprobado hace unos días un paquete de medidas dirigidas a suprimir las emisiones de los buques en puerto para 2030 obligando a los buques a consumir energía producida desde tierra. Obviamente, la fuente de producción de dicha energía deberá de ser limpia, no trasladando así el problema a la producción y no al consumo.

Los buques se conectarán a la red eléctrica terrestre durante su estancia en puerto, de forma que los motores auxiliares puedan mantenerse apagados. Como se da la circunstancia de que las zonas portuarias suelen estar rodeadas de áreas densamente pobladas, se está hablando de un tema de protección medioambiental y de salud humana. Pero no olvidemos que, también, es un problema energético y de cómo se producirá tal energía necesaria. A mediados de septiembre, la Comisión Europea decidirá si tales medidas se adoptan y es evidente que, tarde o temprano, serán implementadas.

Luis Figaredo

luisfigaredo@luisfigaredo.es