La verdadera victoria logística no es evitar la espera, sino gobernarla
La ética es una herramienta imprescindible para abordar la gestión logística multilateral. Para saber cómo usarla, es oportuno remitirse a los estándares vigentes. Emmanuel Levinas, el filósofo social del siglo XX, nos recuerda que la sociedad contemporánea sólo funciona en relación con “el otro”, especialmente cuando hablamos de la espera. El tiempo nunca es neutro; se alimenta de compromiso con el “otro”, con la responsabilidad como elemento prioritario antes que el “yo”, con una gestión activa del tiempo y del momento. Con ello, podemos resignificar el término “espera” en el contexto logístico, no como intervalos improductivos o penalizadores, sino como tiempos activos de ajuste, de gestión operativa con el “otro actor” que forma parte del proceso: conductor, transportista, cliente. La espera no debe calificarse por defecto y siempre negativa; es el espacio mínimo necesario para coordinar, reordenar y reajustar. “Esperar” significa estar activo, en tensión ética y operativa para la buena gestión con el “otro”.
Debemos transformar los tiempos de espera en tiempos positivos de carga. Para ello, el estudio reciente de Fieldeas y del CEL sobre “La Gestión de Muelles en España tres años después del RDL 3/2022”, elaborado en colaboración con Astic, GSA, ESC y Spanish Shippers’ Council ofrece datos y conclusiones útiles que iluminan este planteamiento.
Entre las conclusiones del documento destacan que el nuevo umbral de una hora para las operaciones de carga y descarga son un estándar de referencia, a menudo inalcanzable, que se puede salvar con cooperación de todas las partes. Es remarcable que este límite horario ha añadido fricciones en la coordinación entre actores, apuntando a alguna conflictividad derivada de costes por paralizaciones. El principio activo, como solución para mitigarlas es la digitalización de procesos: reservas de slot, visibilidad compartida, seguimiento en tiempo real y reprogramaciones automáticas. Para que la digitalización sea efectiva es necesario avanzar en colaboración y transparencia, y también en el compromiso ético que ello conlleva. La normativa puede ser poco clara, pero la buena praxis está por encima de la letra pequeña cuando las partes colaboran y generan eficiencias por ello. El estudio revela de manera subliminal que deben existir mecanismos reales de interlocución, visibilidad, flexibilidad y colaboración, más allá de la normativa existente. Es relevante referirnos al comentario de síntesis de la mesa redonda durante la presentación del estudio: “la verdadera digitalización de los muelles será global y aportará beneficios a “los otros” o de lo contrario, no será”.
Los tiempos de espera pueden transformarse en momentos de responsabilidad, de respeto al “otro”, de ajuste preciso entre actores. En un mundo logístico ideal, el “otro” -el transportista, el operario, el conductor- no es enemigo o inconveniente, es presencia con la cual debemos dialogar mediante unos tiempos mínimos que optimicen, reconozcan y nos coordinen. La digitalización de muelles nos ofrece un camino para esa transición: hacia tiempos activos, colaborativos y éticamente orientados. La verdadera victoria logística no es evitar la espera, sino gobernarla: transformar cada pausa en un engranaje de precisión que acelere todo el sistema.
Jordi Espín
jespin@transprime.es