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Transparencia digital = Logística zen

La digitalización que necesitamos implica que la cadena logística sea ética, modular y conectada a estándares

La digitalización es un requisito indispensable para mejorar la eficiencia, la trazabilidad y la sostenibilidad del sector logístico. No podemos sólo digitalizar por digitalizar. El verdadero reto reside en avanzar hacia una transparencia digital, es decir, una circulación abierta, segura y accesible de la información entre todos los actores de la cadena logística sin que ninguno de ellos sea vulnerable.

La transparencia digital permite que cargadores, operadores, transportistas, conductores y clientes trabajen con los mismos datos en tiempo real: ubicaciones, horarios de carga y descarga, incidencias, documentación. Esta sincronización, objeto del flujo compartido y de la confianza logística entre participantes, no solo reduce errores y tiempos de espera, permite decisiones más ágiles, evita viajes en vacío, eleva la eficiencia operativa y facilita que la carga transite, con todos sus derechos -igual que los pasajeros a través de cualquier medio de transporte, hacia el cliente final-.

Dar este paso requiere algo más que una buena infraestructura digital, se necesita una transformación de la cultura logística. Un cambio profundo en la forma de pensar y obrar. Como plantea el filósofo zen japonés D. T. Suzuki mediante sus irresolubles paradojas (kōan), que nunca se resuelven con lógica, sino con un salto de comprensión, la digitalización del transporte presenta un reto similar: no basta con aplicar herramientas; hay que replantear la cultura analógica de relación, de poder y de acceso a la información y transformarla. Para ello es necesario coordinar múltiples agentes sin jerarquías rígidas, compartir datos sin perder control, digitalizar sin excluir. Y para acomodar este paradigma es necesario un cambio profundo de mentalidad que llegue al mundo más banal y básico de las operaciones. La digitalización que necesitamos implica que la cadena logística sea ética, modular y conectada a estándares. Entonces, su articulación dependerá totalmente de la confianza digital y la transparencia de datos ya que, sin estos dos pilares, nada funcionará.

El satori, ese momento súbito de iluminación del que también habla Suzuki, llega cuando se rompe una barrera interna. En el ámbito logístico, ese despertar se produce cuando las empresas comprenden que compartir datos no es una amenaza, sino una mejor forma de crecer, coordinarse y competir. La información compartida no resta valor, lo multiplica. En un entorno de fragmentación de las cadenas globales, disrupción y exigencias climáticas, colaborar es más rentable que medirse en aislamiento.

Para ello es indispensable también hablar de la ética del dato. La información generada no debe usarse para vigilar o presionar a los demás actores. En una cadena de confianza digital, la propiedad de los datos debe reconocerse, y su uso debe estar enfocado siempre a la mejora del proceso. No hay espacio para reproches digitales.

Si queremos que la logística y el transporte de mercancías vaya más allá de la cosmética digital, tenemos que pensarla en términos zen. Podemos también apelar a la sabiduría del Kung Fu: “para aprender a mover el mundo, Pequeño Saltamontes, primero debes aprender a moverte tú mismo”.

Jordi Espín

jespin@transprime.es