El Plan de Acción Nacional para la Descarbonización del Transporte Marítimo es un gesto es relevante, pero el volumen no lo es tanto.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado el Plan de Acción Nacional para la Descarbonización del Transporte Marítimo, dotado con 250 millones de euros en los próximos 5 años, procedentes de los ingresos del ETS. Sin duda, una buena noticia. El Ejecutivo reconoce el carácter estratégico del sector y la necesidad de articular un marco estable de ayudas para renovar la flota y apoyar el uso de combustibles renovables, una vieja demanda de los navieros españoles. El sector marítimo, tantas veces olvidado, aparece, por fin, como parte esencial de la transición energética. Pero el entusiasmo dura lo que se tarda en revisar las cifras con calma.
El gesto es relevante, pero el volumen no lo es tanto. Los 250 millones suponen apenas el 5 por ciento de lo que el Estado recaudará vía ETS del propio sector en el periodo contemplado, según recuerda la patronal Anave. Mientras la administración presume de política verde, los armadores ya han invertido más de 800 millones en los últimos años y tienen comprometidos más de 1.000 millones adicionales para adaptarse a los retos regulatorios europeos. La ecuación es simple: el sector hace los deberes. El Gobierno se queda corto.
El ETS, el FuelEU Maritime y el resto del paquete ‘Fit for 55’ han elevado los costes operativos, han introducido incertidumbre regulatoria y han obligado a las navieras a acelerar inversiones complejas y de retorno incierto. Las ayudas llegan para compensar parte del impacto… pero se quedan muy lejos de lo necesario para garantizar una transición verde competitiva.
El Ejecutivo asegura que este Plan fortalece la soberanía industrial marítima de España y la posición estratégica en los corredores verdes europeos y globales. Para ello, hará falta algo más que un fondo bienintencionado. Hará falta ambición. Hará falta volumen. Y, sobre todo, hará falta un compromiso continuado. El sector marítimo es estratégico, pero no basta con reconocer su importancia en los discursos: es imprescindible respaldarla con recursos de verdad.
El plan aprobado es un paso real, pero corto. El momento exige una visión más amplia y un esfuerzo económico a la altura del desafío. Porque la descarbonización no será posible si solo quien navega pone el combustible…