De nada sirve planificar escenarios estables cuando el accidente acaba siendo protagonista
Mi última columna trataba sobre la falta de compromisos y sus consecuencias. Pero además de ello, este actual escenario conlleva una clara mirada sobre lo que principalmente valoramos: la disrupción. Según la filósofa Marina Garcés, la valoración extrema de los accidentes por encima de cualquier contexto que sea estable, normaliza las crisis y nos conecta con sus tres grandes componentes: crisis, colapso y catástrofe.
Tenemos una nueva crisis ubicada en Oriente Medio que la “hemos” ampliado a dimensiones planetarias a través de las cadenas de transporte globales. ¿Hemos? ¿Nosotros? ¿Quién y como se ha hecho? Mediante la opacidad en la gestión de la información, en un problema que se ha extendido voluntariosamente a escala global y donde los clientes son informados de manera inmediata y efectiva: con “surcharges”, anuncios de congestiones portuarias, más días de tránsito, limitaciones de servicio, y rápidos incrementos de los fletes.
Esta situación, ¿Es equiparable al escenario pandémico GLOBAL de marzo de 2020? No, rotundamente no. Es una nueva demostración del gran poder que acumulan las navieras para convertir cualquier situación de crisis en un ingrediente de banal facturación adicional que además se exporta como accidente planetario. Hace sólo 6 semanas estábamos hablando de ETS, de barcos ociosos, de contracción de la demanda, pero de nada sirve planificar escenarios estables cuando el accidente acaba siendo protagonista.
Los cargadores europeos, desde European Shippers’ Council somos activos en la reclamación a IMO y la Comisión Europea en sus tres unidades afectadas (seguridad, relaciones internacionales, EEAS) para que protejan las redes de transporte globales, activen una mesa de análisis operativo y den soporte a la carga en los derechos que ésta merece y ostenta. Es de vital importancia abandonar la cultura del accidente.
Jordi Espín
jespin@transprime.es