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Unir puertos

Nuestro sistema portuario se caracteriza, en comparación con cualquier otro país, por su fraccionamiento

Tenemos 46 puertos de interés general, gestionados por 28 Autoridades Portuarias, para un tráfico total que no lo justifica. En consecuencia, la eficacia administrativa y operativa, la cooperación entre entornos portuarios y el poder negociador de los gestores públicos se resienten.

Recientemente, los puertos de Antwerp y Zeebrugge han anunciado el inicio de negociaciones para una posible fusión, con la intención de conformar una oferta conjunta. Sumarían un tráfico anual de cerca de 300 millones de toneladas. Teniendo en cuenta que el enclave español de mayor volumen se sitúa escasamente por encima de los 100 millones de toneladas, se evidencia que las diferencias para afrontar el futuro son ostensibles. Los principales puertos mundiales operan unas cifras superiores al conjunto de todos los españoles. En España, hay 14 autoridades portuarias con un tráfico inferior a 10 millones de toneladas/año. Y sólo tres por encima de los 50. Además, todos ellos bajo el mismo marco jurídico.

Plantear una posible fusión entre puertos españoles es complejo. Entre otras aristas, el debate tiene consecuencias políticas. Las soluciones no son sencillas porque no sólo se trata de generar riqueza y empleo, sino de vertebrar el territorio. Sin embargo, parece oportuno reconsiderar si necesitamos tantas autoridades portuarias. Si se diesen más uniones se podrían generar efectos positivos y reducir derivaciones negativas. Iniciada la reflexión, rápido surgen ejemplos. De hecho, ya tenemos varios puertos bajo una misma entidad.

¿Los puertos deben cooperar o competir entre sí? Un tradicional debate. La fusión de puertos podría aportar soluciones de forma que se diesen ambas cosas. Cooperación entre puertos gestionados bajo la misma unidad y aumento de la competencia entre las mayores autoridades portuarias resultantes. Observar nuestro entorno podría ayudar a plantear cuestiones internas que se antojan difíciles, pero que, sin embargo, desde la valentía abriría nuevos horizontes. En cualquier caso, tenemos que seguir pensando en cómo mejorar la competitividad, de una u otra forma, puesto que el devenir del comercio internacional y del transporte marítimo seguirá tensionando y comprometiendo el futuro de nuestros tráficos portuarios.