Cada vez se hace evidente que hay dos mundos: el real, que incluye el paro, la inflación y la vida perdurable. Y otro, el maravilloso mundo de Pumuky, que nos cuenta la clase esa de superdotados que nos llevó a la catástrofe
Cada vez se hace evidente que hay dos mundos: el real, que incluye el paro, la inflación y la vida perdurable. Y otro, el maravilloso mundo de Pumuky, que nos cuenta la clase esa de superdotados que nos llevó a la catástrofe
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