Frente a la fragmentación de sistemas y la volatilidad digital, urge un relato integrador
En su último libro, La crisis de la narración, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han reflexiona sobre cómo la individualización del colectivo global a partir de los nuevos patrones sociales nos está llevando a la pérdida de relatos conectivos reconocibles y de estructuras sólidas de confianza. Ello está debilitando la cohesión social y nuestra capacidad de proyectar futuro a partir de la pérdida de estándares sanos. En un mundo dominado por la inmediatez, la hipertransparencia y la customización extrema, también los sistemas logísticos sufren esta erosión de confianza, generando nuevas exigencias en materia de seguridad a las que debemos prestar atención: tanto en términos de security (protección frente a amenazas externas como robos o suplantaciones), como de safety (garantía de integridad física, de procesos y personas).
En el ámbito del transporte, el aumento de robos por suplantación de identidad, por un asalto al proceso de información, es una de las caras más visibles de esta crisis. Por ello, es necesario implementar soluciones robustas como la autenticación de doble factor y la trazabilidad reforzada de los actores, especialmente a través de la adopción de los estándares TAPA EMEA, que establecen medidas para minimizar el riesgo y, “casi” terminar con el problema. Pero no basta con la tecnología. Tal como recuerda Jean-François Marmion, el analista del presente, en su libro El psicólogo del pesimismo, solo si superamos el sesgo de la negatividad podremos adoptar una visión constructiva de la seguridad: no como barrera, sino como condición habilitante del progreso colectivo.
La doble seguridad requiere, además definir protocolos claros de actuación, que no se contradigan entre ellos, que se refuercen mutuamente y que se sean siempre aplicables operacionalmente ante cualquier tipo de incidente para integrar (siempre) la dimensión humana. Conectar con estándares legitimados para armonizar iniciativas locales mediante marcos globales. En este sentido, el proyecto Pledge Wellbeing for Drivers de ESPORG suma para un transporte seguro y eficiente. También el estándar global Charter IRU-GSA-ITF y la Certificación del Cargador Responsable (CCR), establecen una corresponsabilidad del cargador en garantizar condiciones seguras y dignas para todos los eslabones de la cadena.
Al hilo de Han, sin narraciones colectivas que nos conecten con el futuro y con los otros, caemos en una hiperindividualización que multiplica la inseguridad. La seguridad en el transporte debe entonces leerse también como una narrativa compartida, basada en confianza, de estándares comunes y responsabilidad distribuida. Frente a la fragmentación de sistemas y la volatilidad digital, urge un relato integrador que permita articular lo técnico, lo humano y lo normativo. Solo así, con protocolos sólidos, reconocimiento mutuo y cooperación, podremos construir una cadena logística resiliente y segura, que no renuncie a la eficiencia pero que tampoco sacrifique a las personas. Este mes de julio hemos empezado a trabajar en ello conjuntamente cargadores y transportistas, para acordar pautas y protocolos comunes referentes a la seguridad del transporte. Estamos en la senda positiva y me hace feliz compartirlo. ¡Feliz verano!
Jordi Espín
jespin@transprime.es