Mirar sin ver  | 

La huida

En esta profesión, la integridad debe ser la bandera que ondee en la popa del buque que te hayan permitido gobernar

Aunque ya me gustaría, no voy a escribir sobre la que, en mi opinión, es una de las mejores películas de acción de todos los tiempos, de la mano de Peckinpah y McQueen. No es este el foro adecuado. Sí lo es para hablar de logística, de la cadena de suministro y de sus actores. Cuando un cliente, que bien paga por ello, deposita la confianza en un nuevo proveedor, que va a regir el buen fin de su negocio, espera recibir el servicio que le han vendido y prometido. El adquiriente no suele ser novel en estos menesteres, si bien opta por este cambio, por creer en que se puede hacer mejor y con un coste mas adecuado para su bolsillo. Algo que no siempre sale bien, a veces por causas ajenas a la voluntad de las partes, otras en que la parte contratada ha prometido/garantizado cosas que no puede o que no está dispuesto a cumplir. Aquí es donde se produce el punto de inflexión en el que la ética y honestidad deben ser sobresalientes, responsabilizándose del daño causado, sea voluntariamente o por incompetencia. Posición esta ultima que suele brillar por su ausencia, con la consecuente decepción e indignación de la parte contratante que acaba aflorando el precio y el servicio de otros proveedores competencia.

Y el elegido emprende una huida hacia adelante, poniendo en marcha el ventilador sobre las posibles carencias o errores de sus competidores, sean verdad, engrandecidas o inventadas, llevándose por delante todo lo que encuentra por el camino, camino del que preferiría irse a que lo echaran, aunque para eso hacen falta unos valores que no tiene ni él, ni su equipo. El resultado es que el producto del cliente, llega tarde o no llega con un precio superior al esperado y con un daño del que tiene que resarcirse por sus medios.

Una vez más, en esta profesión de prestación de servicios y en cualquier otra que también lo haga, la integridad debe ser la bandera, sea cual sea su pabellón, que ondee en la popa del buque que te hayan permitido gobernar. “Las batallas, campañas e incluso guerras, se ganan o pierden por la calidad de la logística” (General D. Eisenhower).

Miguel Rocher

mrocher@operinter.com